Pasar de la preparatoria a la universidad es una de las primeras grandes acciones de vida. Estos primeros pasos a la adultez se darán con más independencia de los padres, seguros y confiados de las capacidades de sí mismos.
Pero es cierto que esta transición no es fácil; hay cambios significativos, desde un nuevo sistema educativo, una carga académica más especializada y nuevas relaciones sociales, hasta la separación de los amigos con los que tal vez convivieron desde la primaria, o vivir en una ciudad distinta, lejos de la familia, para aquellos que ingresan a universidades foráneas.
La adaptación a la nueva realidad se irá dando durante el primer semestre en donde casi todo cambia, así que hay que dar el espacio y tiempo adecuado para acoplarse para que surja ese sentido de pertenencia. Si ya pasó el primer semestre y los temores siguen, lo mejor es buscar ayuda de la familia o algún terapeuta.
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Aunque para muchos esta etapa suele ser emocionante y se asume con gusto, otros lo ven como algo intimidante y hasta con miedo, dice el psicólogo y orientador vocacional Héctor Rojas Hormigo. “Esto es derivado de afirmaciones y preguntas como ‘ahora estoy definiendo mi vida’, ‘estoy empezando a hacer lo que voy a ser el resto de mis días’, ‘¿y si no es lo que yo esperaba?’”.
Estas dudas son normales, pero también generadores de estrés. Para hacer más llevadera y amena esta transición, el experto sugiere que pongas en práctica estas sencillas recomendaciones:
1- Externar temores. La familia, particularmente los papás, son un apoyo muy importante en la toma de decisiones de los hijos. Por un lado, serán sus guías en la elección de la carrera y un alivio para que la tensión y los temores sean manejables. Como dice el psicólogo Rojas Hormigo: “expresar de manera verbal la tensión y hablar repetidamente de ella ayuda a estructurar y actuar. Es sano abrir espacios de conversación para afrontar estos miedos”.
2- Enfrentar el cambio. Es ideal organizar unos días o semanas antes una salida para conocer el nuevo el territorio. Apropiarse del lugar para que no sea tan impactante durante el primer día ayuda a llegar más seguros. Aunque parezca lo menos importante, reconocerse en un nuevo espacio físico, saber dónde están los salones, la biblioteca, y hasta los baños ayuda a sobrellevar la inquietud de los primeros días.
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3- Ser flexible. “Estamos frente a una generación absolutista. Los centennials lo quieren todo o nada”, dice la especialista Ivonne Vargas, pero ni la vida ni el mundo laboral son así, por eso es muy importante que entren a la universidad con la mente abierta, con la capacidad de adaptarse.
La experta señala que, en la actualidad, “solo 3 de cada 10 empleados son felices con lo que hacen”, así que lo mejor es que los chicos sepan que todo es modificable, que lo que se aprende, se desaprende y se reaprende.