Fue en 1846 cuando los marineros instalaron los primeros estudios de tatuaje en América, en la ciudad de Nueva York. Desde entonces, el arte de marcar la piel ha ido creciendo hasta convertirse en una posibilidad socialmente aceptada. Hoy en día, los motivos para tatuarse son diversos, como señala Karem Martínez, propietaria del estudio Evolution Tatoo: “Algunos lo hacen por estética, otros porque representa un símbolo, y unos más por moda”.
De acuerdo con la Pew Research Poll, realizada en 2010, 23 por ciento de los habitantes de Estados Unidos tiene un tatuaje, lo que representaba entonces a más de 45 millones de personas tan solo en ese país, aumentando el número a 32 por ciento en individuos de entre 30 y 45 años de edad. Cuerpos como el de la actriz Ruby Rose, con abundantes tatuajes, estuvieron en boga durante años recientes, generando deseos eróticos en sus seguidores. Curiosamente, la tendencia se comienza a modificar: las nuevas generaciones —empezando por los Millennials pero siendo más evidente entre los integrantes de la Generación Z— comienzan a preferir los cuerpos libres de tinta.
"Piel profunda"
Sigue siendo común que las personas se arrepientan de tatuajes que se hicieron sin reflexionar o en un momento de sus vidas que posteriormente desean olvidar. Algunos les encontraron sentido de jóvenes pero de adultos quisieran eliminarlos, pues aún existe (aunque cada vez más suave) cierto rechazo, en algunos ámbitos sociales y laborales, hacia las personas tatuadas.
El fotógrafo Steven Burton llevó a cabo el proyecto "Piel Profunda", para el que retiró digitalmente los tatuajes de un grupo de expandilleros reintegrados a la sociedad quienes, como los personajes del documental G Dog, buscan tener un nuevo camino, libre de su pasado y para quienes la piel con tanta tinta resulta un recordatorio de lo vivido, una señal para sus viejos rivales y una limitante para conseguir empleo.
Veinte horas se tardó en retirar, con sumo cuidado, todas las marcas. Después le mostró las imágenes a sus protagonistas y registró sus reacciones. Uno de ellos, expresó: “Me arrepiento de mis tatuajes, me arrepiento de todo. He logrado todo esto en un año y medio, lo que hubiera podido haber hecho en nueve años que estuve en las pandillas”.
El estigma social, sin embargo, no es lo que está impulsando a las nuevas generaciones a decidir no rayarse jamás su anatomía. Tienen nuevas y contundentes razones para hacerlo.
¿Por qué no te tatuatis?
Los actores, actrices y futbolistas han sido, principalmente, quienes en las últimas dos décadas han convertido a los tatuajes en tendencia, pues se han decorado sus cuerpos en lugares visibles.
Sin embargo, la Generación Z no se está dejando llevar por esta tendencia: preguntamos a más de 50 personas jóvenes en redes sociales por qué habían decidido no tatuarse. Algunos de los motivos coinciden con los expresados por representantes de otras décadas; no obstante, hay un par de razones propias de estos días. Para ellos y ellas, los cinco motivos por los que no se han tatuado son: porque no les alcanzan sus ingresos para pagar un tatuaje bien diseñado; porque les da miedo el dolor; porque quieren llevar la contraria a sus mayores; porque quieren estar libres de infecciones y donar sangre o porque no saben qué tatuarse, ya que no tienen elementos simbólicos tan importantes para llevarlos encima por siempre.
Miguel Ángel C. explica que, por lo que ha observado, fue de 2008 en adelante que comenzó el boom por los tatuajes: “Antes de eso nunca faltaba el amigo que estaba practicando y te rayaba gratis. No importaba la estética, sino marcarse la piel como forma de rebeldía. Actualmente, hay mayor control y talento entre los tatuadores, pero eso ha elevado mucho los precios. Los Millenials estamos ganando entre seis y ocho mil pesos al mes, apenas lo necesario para vivir, pero ya no alcanza para hacernos un tatuaje bien hecho, pues cuando menos cuesta dos mil pesos un diseño. No podemos costear un trabajo de calidad, que es lo que buscamos”.
El precio de un tatuaje no depende únicamente del tamaño, sino de varios factores, explica Karem Martínez: “Tiene que ver con el diseño y la zona del cuerpo, ya que puede ser pequeño pero muy elaborado o grande y sencillo. Además, no es lo mismo tatuar la espalda que el cuello; en este último caso, el tatuador debe ser muy bueno, muy preciso. Por ello, un tatuaje bien hecho, con medidas de higiene y un experto, costará mínimo mil pesos”.
El dolor siempre será una limitante para realizarse un tatoo, así como la forma en que los tatuajes evolucionan con el paso del tiempo. Las tintas han cambiado; actualmente existen cuando menos cien colores diferentes, pero se sigue creyendo que todos terminarán verdosos o desfigurados como sucedía hace décadas.
Una respuesta constante es que actualmente es más rebelde, más contestatario, no hacerte un solo tatuaje que llenarte el cuerpo de ellos, y los jóvenes siempre buscan llevar la contraria a las generaciones anteriores. Además, los Z se están caracterizando por tener más conciencia del medio ambiente, su salud y su alimentación, lo cual los lleva a cuidar su sistema inmunológico, a conocer su PH y sus alergias, a volverse donadores de sangre, razones que los limitan cuando piensan en la posibilidad de dar el paso, como ha sucedido con la joven actriz Zendaya.
Neri T. expresa ante la pregunta de por qué no se tatúan los jóvenes de hoy, que “la identidad es dinámica y lo que somos ahora quizá no sea lo que seremos mañana, y podemos arrepentirnos por un tatuaje que ya no nos gustó”.
Bienvenidos, cuerpos sin mácula.
VMB