"Tomo mi vida y la convierto en un sombrero": Stephen Jones

Considerado uno de los principales sombrereros del siglo pasado, sigue dejando huella con sus diseños; el británico es una leyenda de la moda que surgió de la escena de los clubes clandestinos en Londres a principios de los años ochenta.

El británico es una leyenda de la moda que surgió de la escena de los clubes clandestinos en Londres | Especial
Sarah Gore Reeves y Jennifer Rosenblum
México /

Nacido en Londres en 1957 y con estudios en Central Saint Martin’s College, ha confeccionado sombreros para estrellas como Celine Dion, Madonna, Grace Jones, Rihanna y la princesa Diana, entre muchas otras. Sus colaboraciones creativas también están presentes en sus tres libros: Souvenirs, Dior Hats: From Christian Dior to Stephen Jones y Stephen Jones and the Accent of Fashion.

Stephen ha curado y cocurado exposiciones en museos y colaborado con Thierry Mugler, Jean Paul Gaultier, Comme des Garçons, Loewe y muchos otros.

El diseñador asegura que algo genial de la industria de la moda es que puedes quitártelo todo y ser una persona diferente al día siguiente. Es la magia de la apariencia.

¿Qué museo tiene tu colección favorita de sombreros?

La colección del Met es extraordinaria. Mi favorita es la del Instituto Histórico de Chicago porque es de un sombrerero estadunidense llamado Bes-Ben, que surgió en la década de 1940 y era conocido como El sombrerero loco, ya que realizaba diseños divertidos de coctel en esa época.

¿Está resurgiendo esta prenda?

Creo que los sombreros son el símbolo de la exuberancia y la felicidad; han existido durante siglos. El año pasado cambió la forma de comunicamos; con las videollamadas por Zoom es clave cómo te ves de la cintura para arriba. Así van a ser las cosas y no creo que vayan a cambiar. Lo siento por los diseñadores de zapatos porque no se ven los pies, pero sí la cabeza. Si quieres cambiar de look, ponte un sombrero, unos lentes o un foulard.

¿Qué te inspira más?

Simplemente la vida, vivir día a día. Quiero decir, tomo mi vida y la convierto en un sombrero. Sí hay ciertas cosas que me inspiran, como la arquitectura, el cine y las fragancias. Los sombreros son una forma de comunicación; a través de ellos comunicas con la gente y observas cosas. Muy a menudo sucede de manera subconsciente en lugar de consciente, y eso es mucho mejor.

¿Cuál es tu mayor secreto para hacer un buen sombrero?

Debe tener equilibrio, línea, debe embellecer o hacer lo que quiera el usuario que haga. Puede que no necesariamente sea un reflejo de quién eres, se trata de quién quieres ser. Es el disfraz perfecto, una forma de empoderar a a las personas, a ser más elegantes y a crear un poco de misterio.

¿Cómo es trabajar con Galliano, Vivienne Westwood, Thom Browne o Marc Jacobs?

Trabajar con diseñadores es como ir a una fiesta diferente cada noche; cada uno es distinto, con su propio estilo, el cual creías conocer hasta que te das cuenta de que lo entendiste todo mal; su mente ha pasado a la siguiente colección y tienes que ponerte al día.

He disfrutado de mi colaboración con Galliano; Marc me hace reír; a Thom le gustan las presentaciones de sombreros, y Vivienne Westwood es la reina. Uno de mis mejores recuerdos con ella fue cuando Anna Wintour estaba en la pasarela de British Vogue. Fui a backstage y era un caos; Vivienne me dijo: “Puedes coser, ¿no?” Y me dio un patrón y tela para que hiciera dos faldas. El show iba dos horas tarde, en ese momento todos estaban ahí, nadie se fue.

¿Con quién sueñas trabajar, vivo o muerto?

Me habría encantado hacerle un sombrero a Liz Taylor para la película Hotel internacional, los personajes están atrapados en el aeropuerto de Londres y ella lleva un abrigo marrón con un sombrero a juego y joyas discretas. ¡Hubiera sido genial! También hubiera querido hacer un sombrero para la reina Madre de Inglaterra, fui curador de una exhibición en el VNA hace 11 años y tomé prestado uno de sus sombreros.

¿Alguna vez te molestaron porque eras diferente?

Es gracioso, apenas ayer usé un Thom Browne. Era un traje con pantalones cortos, con una gorra y corbata a juego. Pasé delante de un pub y unos tipos me gritaron. Pensé: “Pero, ¿qué diablos? Voy a cumplir 64 años la semana que viene y todavía me gritan”. Entonces, no todo está perdido (ríe).

​bgpa

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