Técnicos con mucho futuro

Tanto empleadores como estudiantes han perdido de vista este nivel profesional, capaz de cubrir las vacantes que adolecen de escasez de talento.

Georgina Navarrete
Ciudad de México /

Gerardo observa indeciso la papeleta para elegir su futuro. En la prepa le hablaron de las carreras técnicas profesionales y piensa que algo así es perfecto para sus metas a mediano plazo, aunque no cumpliría las expectativas de su familia que tal vez no acepte colgar un título si no dice: “licenciado”.

En su caso sería “ingeniero”. Pero a Gerardo lo que le gusta es meter mano en las máquinas y estar en la producción, además de que quiere independizarse y vivir pronto con su novia. Sus razones son válidas y se refuerzan con la promesa de mejores salarios y rápida colocación.

Según el estudio “La Educación Técnica Superior Universitaria como uno de los detonadores del crecimiento en México”, realizado en conjunto por ProMéxico y Laureate México en 2015, “es un hecho que los empleadores en nuestro país necesitan más y mejores técnicos”, especialmente de nivel Superior Universitario, que existe desde hace 25 años pero que en la práctica es una especie de fantasma.

Y es que por años, el nivel Técnico Medio Superior (TMS) que egresa a corta edad de bachilleratos técnicos y tecnológicos como CBTIS, Conalep, CETIS, CBTA, etcétera, le ha metido sin querer el pie a su “hermanito mayor”, por puro desconocimiento de parte de la sociedad y falta de difusión.

En el campo laboral ambos niveles deberían coexistir y no competir por los mismos puestos, aunque lo hacen incluso con los ingenieros, según arrojó el estudio de ProMéxico y Laureate.

Para ello, es necesario que las empresas “hagan una correcta distribución de funciones. Saben que ‘alguien’ les falta entre sus técnicos –que son bachilleres– y sus ingenieros, hay funciones que quedan sin resolver y por eso gastan tanto presupuesto en capacitación”, señala Michel Reynaud, Director de Market Analysis and Planning de Laureate México, quien coordinó el estudio.

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Como política educativa, el impulso a los Técnicos Superiores Universitarios (TSU) también tiene sus ventajas. El ejemplo claro es Chile, que arrancó con la promoción de este tipo de programas en 2009 y para 2015 la cobertura de educación superior creció más de 7.5 puntos porcentuales, al pasar de 29.1% a 36.7% y favoreció a todos los estratos sociales, especialmente medios y bajos.


Orgullo o un buen empleo

Las TSU se ubican, académicamente y en la práctica, justo en medio de un TMS y un licenciado o ingeniero. Es ese agente que vincula y combina las competencias operativas con otras habilidades soft relacionadas con el management.

En resumen, un TSU es un profesional altamente capacitado, con sólida formación científico-tecnológica, tanto en aspectos teóricos como prácticos y con las habilidades y aptitudes para comunicarse, trabajar en equipo, resolver problemas, tomar decisiones y liderar.

[OBJECT]No obstante, los beneficios que ofrecen: amplia oferta educativa pública y privada, salarios competitivos y pronta inclusión en el ámbito laboral, en México las TSU no llegan ni a 5% de la matrícula de educación superior y están fuera del radar de los estudiantes potenciales, a pesar de que existen decenas de programas en casi todas las áreas, desde administración, salud y turismo hasta energía, ciencias, comunicaciones y construcción.

Las conclusiones del estudio de Laureate y ProMéxico revelan que aunque la conozcan, los estudiantes no toman esta opción porque culturalmente en México se ha considerado a las ingenierías y licenciaturas como la meta académica principal, la que da orgullo aunque falten trabajos. “La licenciatura siempre es la aspiración y los chicos simplemente no quieren estudiar carreras técnicas”, señala Reynaud.

“La necesidad de impulsar este nivel de estudios está identificada desde hace mucho, especialmente por parte del gobierno. Tienen una buena oferta en todos los estados pero vemos que no hay mediciones de cuántos chicos egresan de ellas o los salarios que alcanzan. Hace falta ser más específicos para mover las ganas de los estudiantes”, agrega.


La respuesta está en el mercado. El desajuste entre la cantidad de egresados de las universidades y la cantidad de empleos disponibles es muy grande, según datos de la consultora Manpower. Sin embargo, para los egresados de una TSU el panorama es distinto.


Poner a las TSU en el mapa

El dato que podría llamar definitivamente la atención de los estudiantes para optar por una carrera profesional técnica es el importante nivel salarial, sin embargo, este tipo de información se encuentra tan perdida como el propio nivel laboral técnico en los organigramas de las corporaciones.

En el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) solo están clasificados los puestos de bachillerato tecnológico y licenciatura, donde el dato interesante y a destacar resulta del amplio rango de salario que tienen las licenciaturas e ingenierías y que sitúan los sueldos de los técnicos medios muy cerca del promedio de aquellos.

“El tema de que las licenciaturas tengan salarios tan dispares, que van de los 3,800 a los 20,000 pesos mensuales, en promedio, permite que un salario técnico de 6,700 a 7,000 pesos sea atractivo, pero cierra la puerta para ubicar la remuneración que debería tener el nivel Superior Universitario. Simplemente no hay espacio para ellos allí”, explica el investigador.

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La solución llegará cuando tanto el gobierno como las universidades que imparten estos programas logren que la sociedad mexicana revalorice estos puestos y la juventud vuelva sus ojos hacia otras áreas de oportunidad educativas alternas a una licenciatura o ingeniería, que les permita ser la mano de obra “altamente calificada” que demandan muchas empresas, indica Michel Reynaud.


La posición fantasma

En la otra cara de la moneda encontramos que en el ambiente laboral existe poco conocimiento del grado TSU y se confunde con Técnico Medio Superior (TMS). Los que sí lo identifican, lo califican como un trabajador preparado para puestos de supervisión y administrativos, así como de coordinación del personal operativo.

Experiencias internacionales, como la chilena, han demostrado que las empresas con buenos técnicos profesionales generan círculos virtuosos de productividad y beneficios laborales, donde todos consiguen su objetivo, según el estudio de Laureate.

“Si tienen buenos técnicos, su productividad crece porque son más competitivas, además que incurren en menores gastos de capacitación y rotación. Si los técnicos están enfocados a la mejora continua, se disminuye el problema del ausentismo y la empresa tiene mejores resultados y con ello más beneficios y prestaciones para el empleado”, informa.

De acuerdo a la Encuesta de Escasez de Talento 2016-2017 de Manpower, en México 40% de los empleadores enfrentan dificultades para cubrir posiciones y deben destinar un presupuesto para desarrollar o cubrir perfiles que cada vez más empatan con las habilidades desarrolladas por un TSU.

El estudio de la consultora muestra que 6 de cada 10 empleadores han optado por proporcionar capacitación a su personal existente; 4 de cada 10 ofrecen beneficios adicionales y 30% de ellos brindan salarios más altos, lo que al final les genera altos costos en tiempo y dinero.

Según el estudio de Laureate la capacitación para un técnico en el área de producción puede durar un mes y medio; si se trata de un puesto técnico medio, el proceso dura aproximadamente 18 meses, mientras que capacitar a un técnico para labores especializadas, puede durar hasta tres años.

El costo de la capacitación dentro de la empresa oscila en el rango de los 5,000 a 6,000 dólares hasta los 20,000 dólares por persona al año, y adicionalmente se tiene que incluir el salario. Son costos tan altos, que algunas empresa globales financian la capacitación del personal en México desde su país de origen.

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