Cuando una mascota llega a nuestras vidas, jamás pensamos en cómo sería su último día antes de cruzar el arcoíris.
Las imaginamos a nuestro lado durante las vacaciones de verano, en las noches de insomnio o en los momentos donde sólo necesitamos una compañía sincera. Aunque el tiempo poco a poco nos recuerda que no son eternas; que su salud también se deteriora; que nos tocará verlas dar su último respiro y hasta decidir el día de su partida.
“Tomar la decisión de dejarlos ir es algo que se debe hacer con mucha responsabilidad y una carga emocional importante”, señaló Angélica Aguilera Morales, Médico Veterinaria y Zootecnista (MVZ), en entrevista con MILENIO. “Definitivamente es algo muy difícil, pero también puede ser un acto de amor muy profundo”.

Los tabúes de la eutanasia
El camino de Ziva, una perra de raza Schnauzer, terminó a inicios del 2025 tras quince años de haber llegado a la vida de Luis Ortigosa. Sin embargo, para entonces poco quedaba de esa "hermosa perrita": una enfermedad le provocó convulsiones esporádicas y, luego de someterse a un tratamiento, mes con mes se mostraba más cansada e inapetente.
“Después de las convulsiones se caía y se golpeaba con los muebles y las paredes. En la última semana ya no quería comer ni tomar agua, se veía muy triste y se la pasaba casi todo el tiempo dormida. (...) Estaba sufriendo y ya no era vida para mi pequeña. Ya no era ni el 10% de lo que era nuestra perrita”, compartió a MILENIO.
Transcurrieron seis meses, pero Ziva no mostraba ninguna mejoría. Ante ello, Luis y su esposa consideraron que la mejor, pero difícil, solución era dejarla descansar.
Ziva falleció en su hogar rodeada de amor: la pareja pudo darle el último adiós, acompañarla hasta su último respiro y despedirse antes que fuera cremada.
Pese a ello, la incertidumbre, tristeza y el dolor perduraron. Y a seis meses de la eutanasia, la pregunta “¿Fue una buena decisión?” aún los abruma, tal y como lo hace a muchas más familias que recurrieron a esta alternativa para despedir a sus mascotas.
“Ellos mismos (los propietarios) piensan que es un proceso de abandono o que se están rindiendo, cuando la realidad es otra. Es un acto de amor súper profundo poder dejarlos ir”, explicó Aguilera.
El servicio de eutanasia compasiva para mascotas con acompañamiento emocional es prácticamente nuevo. Sí se ofrecía en las clínicas veterinarias, pero no se realizaba con los mismos estándares, condiciones o procedimientos que la cultura veterinaria actual exige.
“Es un proceso que se acostumbraba a realizar en un entorno caótico, donde la eutanasia forma parte del portafolio y dejaba un mal sabor de boca”, explicó el veterinario, Genaro Palafox. “En una clínica es un ambiente frío, hostil, caótico, estás ocupando un espacio y tienen una hora específica para llorarle a tu mascota. Además, la mascotita no está en su ambiente, no son sus olores, ni sus sonidos y tienen miedo”, detalló Aguilera.
Por ello, la eutanasia suele estar rodeada de miedos, desinformación y señalamientos por ser “moralmente incorrecta”. Incluso, señalaron los veterinarios, estas posturas a veces están influenciadas por las creencias religiosas: “O sea, de cómo van a disponer de la vida de su mascota o cómo van a tomar la decisión del final de su vida si a ellos no les corresponde. Es un mito todavía muy arraigado”.
La eutanasia debe ser una decisión responsable
En octubre del 2024, Aguilar y Palafox crearon “Abrazo Final” bajo la firme creencia de que las mascotas merecen una muerte compasiva “sin miedo, sin dolor y con mucho amor”; pero, sobre todo, responsable.
“(La eutanasia compasiva) siempre tiene que ser justificable. Eso es un hecho. Es una decisión que nunca debe tomarse a la ligera”, explicó la veterinaria.
Incluso, el intento de las familias por buscar una última esperanza para salvar a sus animales puede resultar agonizante. Más aún si todas las voces expertas coinciden en que ya no hay manera de salvarlos.
“Si realmente ya no hay nada que se pueda hacer, ¿Para qué prolongar esa agonía?”, señaló Palafox.
La decisión debe estar respaldada por el médico veterinario de confianza, quienes, idealmente, plantean la eutanasia cuando la mascota ya no tiene una buena calidad de vida. Por ejemplo: si hay un dolor crónico que ya no puede ser controlado con medicación o pérdida de funciones básicas, como correr, caminar o ir al baño.
Sin embargo, un estudio de sangre o una radiografía no detectan que la mirada del perrito “se apagó”; que el gatito ya no toma el sol a lado de la ventana o que el periquito ya no mordisquea las hojas de los cuadernos. “Son señales que no se pueden realmente medir con estudios, se refleja mucho en el vínculo”, señaló Aguilera.
“Es importante escuchar a la familia porque a veces está ese ‘algo’ que ellos sienten. Realmente la familia es la que más conoce a la mascota. Entonces se tiene que profundizar en el tema”.
"¿Qué hubiera pasado?"
Aunque la eutanasia compasiva garantiza una muerte digna de ese perrito o gatito de la infancia, el duelo puede ser mucho más complejo que otras circunstancias.
Pese a ser la mejor opción (e incluso la más justa) para algunas mascotas y contar con un respaldo veterinario, las personas viven con culpa y miedo, pues, al final del día, la decisión queda completamente en sus manos.
“Se preguntan constantemente si realmente ya es el momento; si están haciendo lo correcto; si lo hicieron muy pronto o qué hubiera pasado si se hubieran esperado más”, comentó Palafox.
Un popular refrán dicta que “amar también es dejar ir”. Sin embargo, poner fin a la vida del animalito que nos acompañó durante varios años no es fácil. Tampoco todo lo que se debe enfrentar después de que sus ojitos se cierran: recoger sus cosas, adoptar una nueva rutina, atravesar noches de tristeza y resistirse a recibir a un nuevo animalito.
“Mi esposa ama a los perritos, pero estamos negados a tener otro por el dolor tan grande que dejó nuestra Ziva”, confesó Luis Ortigosa.
Pero las mascotas adoptan roles cada vez más importantes dentro de la sociedad. Han pasado de ser sólo el animalito del hogar, a un integrante más de la familia y, por ende, visualizar y planear su último día en la tierra también debe ser parte de la conversación.
“Hay que reflexionar cómo quieren que sea el último día de su mascota. (...) Es un miembro más de la familia y así como a los humanos nos venden los paquetes para cuando fallecemos, no veo por qué no tener esta charla para las mascotas”, reiteró Palafox.
“Ellos vienen a este mundo dándonos amor incondicional. Lo único que ellos merecen hasta el final de los días es amor incondicional, un final digno y respetuoso”, atajó Aguilera.
ASG