Hay destinos en la lista de cualquier joven viajero: París, Venecia, Nueva York. Hay otros que esperas visitar si tienes tiempo y dinero: Tokio, Sydney, Buenos Aires. Y hay ciudades a las que nunca tienes deseos de ir, pero en las que terminas porque tu trabajo te lleva allí.
En esta última categoría ubico a Sao Paulo, Dallas y Sunderland. Ahora, antes de que los residentes de estas ciudades me envíen correos electrónicos en su defensa, no estoy insultando a sus ciudades. Al contrario. Cada lugar tiene sus lugares fascinantes y lo pasé bien en los tres, y en muchos otros destinos de trabajo en los que he estado.
Esta es la gran ventaja de los viajes de negocios. Te lleva a los lugares que tu corazón nunca anheló, pero lugares que terminas feliz de haber visitado. Y es así como me siento ahora respecto de Rotterdam.
Los viajes anteriores a los Países Bajos siempre fueron a Amsterdam, aunque una vez pasé una tarde en La Haya. Mi siguiente elección de qué ciudad holandesa visitar después probablemente habría sido Leiden o Utrecht, pero el taller que dirigí para un grupo de gerentes de seguros fue en Rotterdam.
Si tenía una imagen de la ciudad, era de contenedores que subían y bajaban de los barcos y de la refinación de petróleo. Pero una vez que terminó el taller, tuve la mayor parte de una tarde para dedicar a una larga caminata.
Qué lugar. Rotterdam fue salvajemente bombardeada por los alemanes en mayo de 1940. La destrucción fue inmensa. Pero en lugar de intentar, después de la guerra, recrear el antiguo centro de la ciudad, como lo hizo Munich o Varsovia, Rotterdam se dedicó a la arquitectura moderna, que todavía abraza.
Lo ves a medida que sales de la estación de Rotterdam Centraal, rediseñada y que volvió a abrir en 2014, con su alto techo en forma de V. Justo cerca de mi hotel y del taller se encontraba De Rotterdam, un inmenso edificio frente al mar que se completó en 2013. Diseñado por la práctica arquitectura OMA de Rem Koolhaas y que alberga oficinas, un hotel, departamentos, instalaciones para conferencias y restaurantes, el efecto es de enormes bloques de plata apilados asimétricamente uno encima del otro.
Podría parecer prohibido o fuera de lugar en ciudades que se sientan menos cómodas con lo moderno, pero en Rotterdam es triunfal. En un típico día de junio en el norte de Europa -un aguacero tormentoso, algunas nubes, un poco de calor, un poco de lluvia- partí a través del Puente Erasmus de 800 metros de longitud que une el norte y el sur de Rotterdam.
Apodado “el cisne” debido a su alto pilón, asegurado con cables, el puente aloja de forma cómoda e impresionante a los coches, bicicletas y andadores. En el otro lado está el Markthal, el brillante mercado interior con forma de herradura de Rotterdam, y cerca están las Cube Houses, que se completaron en 1984, también conocidas como las Pole Houses o Tree Houses.
De color amarillo y gris, fueron diseñados por Piet Blom para reducir la presencia de una vivienda, tomando la casa cuadrada tradicional, inclinándola 45 grados y apoyándola en una torre de concreto. Uno de estos departamentos de moda está abierto a los visitantes como un museo.
La pequeña sala, donde me senté por un rato, estaba tan caliente como un sauna, y el dormitorio era terriblemente oscuro, pero bueno, ya pasé la edad para la que están diseñados estos pisos, a juzgar por la solicitud en el café de abajo de que los visitantes tomen su drogas suaves en otros lugares.
La arquitectura no es exclusivamente moderna. Entre los edificios más antiguos y que no fueron bombardeados se encuentra el elegante edificio de oficinas Witte Huis (Casa Blanca), adornado con mosaicos y que se construyó en 1898.
Regresé cerca de De Rotterdam para ver una exposición en el Nederlands Fotomuseum (Fotomuseo de los Países Bajos) sobre el trabajo del fotógrafo Ed van der Elsken, un cronista estimulante de las rebeliones, las luchas por la independencia y los festivales de rock de las décadas de la posguerra. Si alguna vez visitas Rotterdam, trata de escapar del trabajo por un momento. Olvidarás los correos electrónicos que no atendiste. No olvidarás a Rotterdam.