La nueva normalidad no afecta la tradición de la vendimia

Edición Fin de Semana

Mailén Obón, enóloga en jefe de grupo La Santísima Trinidad, como cada año desde 2015 que se creó el complejo, trabaja a marchas forzadas porque es tiempo de cosecha, “la naturaleza es sabia y no entiende de pandemias”.

Así se vive la nueva normalidad en los viñedos (Especial).
San Miguel de Allende /

Son las diez de la mañana, el sol se percibe, aunque los efectos de los huracanes que se han registrado en los últimos días hacen su efecto, y las nubes también forman parte del paisaje de los viñedos San Lucas dotándolo de cierta humedad. Mailén Obón, enóloga en jefe de grupo La Santísima Trinidad, empieza con las indicaciones de la experiencia que ha preparado para explicar el proceso del vino, pues destaca que “la naturaleza es sabia y en nada lo ha afectado, por eso lo único que ha cambiado es la disciplina que hemos adoptado con las medidas de sanitización”, pues es hora de cosechar y el tiempo apremia.

Ella, al igual que la docena de trabajadores qua ya se preparan para el corte de la uva, porta cubrebocas y se ajusta para tener la sana distancia, antes de explicar desde el tipo de borde que tienen las hojas de la uva hasta la forma cómo se deben usar las tijeras para no correr ningún riesgo.

Y además...

“El concepto de nuestros desarrollos se basa en poder fusionar distintas pasiones en un solo lugar; por eso en cada viñedo tenemos un desarrollo inmobiliario, que brinda la posibilidad de vivir el estilo de vida de campo, rodeado de viñedos, olivos y lavandas y prácticas equestres, como el Polo”, explica Mailén Obón.

“En cuanto al tema inmobiliario se puede adquirir una propiedad (en promedio de una hectárea), en la que se cuenta con un área habitacional de aproximadamente 1,500m2 y un área agrícola compuesta por viñedos, olivos y lavandas. 

“El mantenimiento agrícola es llevado a cabo por nuestro equipo técnico y así los condóminos solo deben disfrutar de los productos de gran calidad de cada año, sin preocupaciones. Una vez por año se le entrega a cada propietario lo correspondiente a su lote en forma de aceite de oliva, aceite esencial de lavanda y vino, en este último ellos pueden crear su propio blend cada año. 

Ahora que si la intención “solo es vivir la experiencia y disfrutar del proceso del vino, la lavanda y los olivos, además del confort de un hotel en medio del campo, los hoteles boutiques son la propuesta en cada viñedo”. 

“Los cinco dedos de la mano siempre deben estar a la vista y con ellos se abraza el racimo de uvas Syrah para poder cortarlo sin riesgo”, explica al tiempo que empieza la cosecha y reitera que “las uvas que están arrugaditas también pasan, pero no las que tienen un hoyito, pues esas están picadas por los pájaros y hay que quitarlas”. 

Poco a poco las cajas donde se colocan las uvas se llenan y después de una hora hay cantidad suficiente para seguir con el proceso. Entonces, la dirección apunta a la sala de recepción de la uva, donde la maquinaria en conjunto con el personal del viñedo cuida que no lleve residuos de hojas o de tallos para que una vez que las uvas entren a los cilindros, se separe lo sólido de lo líquido, para que finalmente este se lleve a las barricas donde pueden pasar desde 6 a 12 o 18 meses para su añejamiento, dependiendo si la uva es Merlot, Sauvignon o Tempranillo, explica la enóloga, quien es la responsable de la producción desde que se inauguró la Vinícola de La Santísima Trinidad en agosto de 2015, complejo que se integra por viñedo San Lucas viñedo San Francisco, viñedo de los Senderos y Santa Jacinta y que se sitúa a 15 minutos de San Miguel de Allende.

La experiencia sigue con una cata de vinos, donde la enóloga dice que la pandemia “solo alteró la parte del enoturismo, por lo que tuvimos que adaptarnos más en esa área adoptando todos los protocolos pertinentes y algunos extra como el envasado al vacío de copas y platos de quesos”, comenta antes de instruir qué frutos (higo, blueberry, durazno, manzana y melón) o granos (nueces y almendras) combinar con el vino que para ese momento, pide tomar. 

“En cuanto al área de producción, desde siempre hemos tenido protocolos sanitarios para cuidar al máximo la sanidad de nuestros productos, prácticamente solo agregamos el uso obligatorio de cubrebocas y dispensadores de alcohol en gel”, añade y agrega: “Realmente la naturaleza no entiende de pandemias y nos demuestra que todo renace”.

El siguiente paso de la fiesta de la vendimia (en este caso solo para 40 personas de acuerdo a los lineamientos de la nueva normalidad), está marcado a las cinco de la tarde; la rondalla ya está lista para la callejoneada, cuyo recorrido va del restaurante del hotel-boutique del viñedo hasta la sala de recepción de la uva, cerca de un kilómetro; en el transcurso las mojigangas acaparan la atención con sus coloridos atuendos y la inspiración de José Alfredo Jiménez contagia a los invitados que inevitablemente corean “La vida no vale nada…” o bailan el ritmo de “La gota fría” de Carlos Vives. 

Poco después de una hora de recorrido entre baile y canto llega el momento de la pisada de las uvas y así comienza la tradición que anuncia el éxito de la cosecha, por lo que las copas también están dispuestas para el brindis.

“En un principio se pospusieron y hace unas semanas pudimos relanzar nuestra vendimia, que será este sábado con una modalidad bajo estrictos protocolos, mesas distanciadas por familia, con reserva previa y hasta 80 personas en donde se podrá disfrutar deliciosa comida, vinos, música en vivo, pisa de uva, cabalgatas, callejoneada, todo lo que conlleva la tradición”, dice la enóloga de origen argentino, que se ha vuelto experta en la tradición mexicana.

Y además...

“El concepto de nuestros desarrollos se basa en poder fusionar distintas pasiones en un solo lugar; por eso en cada viñedo tenemos un desarrollo inmobiliario, que brinda la posibilidad de vivir el estilo de vida de campo, rodeado de viñedos, olivos y lavandas y prácticas equestres, como el Polo”, explica Mailén Obón.

“En cuanto al tema inmobiliario se puede adquirir una propiedad (en promedio de una hectárea), en la que se cuenta con un área habitacional de aproximadamente 1,500m2 y un área agrícola compuesta por viñedos, olivos y lavandas. 

“El mantenimiento agrícola es llevado a cabo por nuestro equipo técnico y así los condóminos solo deben disfrutar de los productos de gran calidad de cada año, sin preocupaciones. Una vez por año se le entrega a cada propietario lo correspondiente a su lote en forma de aceite de oliva, aceite esencial de lavanda y vino, en este último ellos pueden crear su propio blend cada año. 

Ahora que si la intención “solo es vivir la experiencia y disfrutar del proceso del vino, la lavanda y los olivos, además del confort de un hotel en medio del campo, los hoteles boutiques son la propuesta en cada viñedo”. 

​amt

  • Adriana Jiménez Rivera
  • jiramil@hotmail.com
  • Licenciada en Periodismo y Comunicación Colectivo, egresada de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, ENEP Aragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con más de 32 años de experiencia en el periodismo escrito, en los diarios El Esto y La Afición, y las revistas Tele Guía y Oye mi canto; y desde 2000 en MILENIO DIARIO como reportera, y Coeditora desde 2009 a la fecha.

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