El fin de semana pasado tuve la gran fortuna de quedarme en el hotel Casa Azul, ubicado a unas cuadras de Paseo de Montejo, una de las avenidas más importantes de Mérida, capital del estado de Yucatán.
La casona fue construida en el siglo XIX y declarada monumento histórico debido a que su arquitectura original sigue intacta. Pertenece a la época en la que el boom del henequén le dio riqueza y prosperidad a Yucatán, y en especial a Mérida, bajo el gobierno de Porfirio Díaz, cuya dictadura desembocó en la Revolución Mexicana de 1910.
Varias residencias fueron edificadas en esa época; Casa Azul es una de ellas, y hoy también es el ejemplo perfecto de lo que es gozar de una estadía placentera y divertida.
Hospedarte en este hotel da una sensación de paz, como si estuvieras en tu propia casa, además de poder desayunar, comer, cenar o tomar un aperitivo a cualquier hora del día o de la noche en una encantadora terraza, atendida por un extraordinario y cálido personal.
Los nombres de cada una de las suites están inspirados en personajes históricos y monumentos de siglos pasados que se han convertido en orgullo o patrimonio de Mérida. Los baños y las habitaciones, perfectamente balanceados entre lo histórico y lo moderno, son tan cómodos y relajantes que te ayudan a desprenderte del ajetreo y realmente disfrutar.
Las flores, colocadas estratégicamente en diferentes rincones del hotel le dan vida y color, y una bonita alberca permite que te asolees y refresques de un día soleado y caluroso, tan común en la capital yucateca.
La ubicación de Casa Azul es privilegiada; se encuentra muy cerca de los mejores restaurantes de la ciudad, las actividades recreativas y tours que tiene el hotel para ofrecer dan la facilidad para dar un paseo por las históricas calles del Centro de la llamada Ciudad Blanca, llena de cultura y tradición.
bgpa