Sisal. El puerto que Kukulkán aún protege

Visitar este hermoso y místico lugar ubicado en Yucatán se convierte en una aventura que supera las expectativas de cualquier amante de la naturaleza

Sisal es un destino mágico que ofrece experiencias inolvidables / Especial
Y. Villalpando
Sisal, Yucatán / enviado /

Viajar a la península yucateca no es solo regocijarse con los hermosos paisajes de Valladolid, el sabor de Motul (y sus populares huevos motuleños) o la calidez de la gente de Mérida, su capital. 

También es conocer los pueblos no tan populares que forman parte de una excursión obligada para los amantes de la aventura y el compromiso con el medio ambiente.

En Sisal podemos disfrutar una belleza creada ciento por ciento por la naturaleza / Especial

Sisal es un puerto que ha tenido actividad desde antes de la llegada de los españoles, un sitio que, como su gente dice: “Fue creado por el dios Kukulkán”, ya que no solo cuenta con mar, lagunas, islotes y sorpresas dentro de los manglares, como el ojo de agua Dzul Ha, que en lengua maya significa “caballero del agua” y que lleva su nombre con orgullo, misticismo y energía para quienes tienen la suerte de llegar hasta él, “sino por la seguridad que ofrece a quienes vivimos aquí”.

El recorrido no es sencillo, desde el puerto histórico de Sisal se toma una lancha a motor, que luego de 40 minutos acerca a su laguna, donde se une con el mar, luego de que el huracán Gilberto ‘destruyó’ los caminos, pero que a su vez logró darle una forma única a este sitio que guarda secretos milenarios para la descendencia maya que aún recorre sus aguas cristalinas.

“Sisal es un puerto histórico que además de haber sobrevivido a los siglos fue tocado por Dios —afirma Ernesto, uno de los principales guías de turistas de la zona—. Mi abuelo me decía que el dios Kukulkán se encargó de darnos todo en este sitio, tenemos playa, sol sustentabilidad y además protección, porque estamos rodeados de manglares, islotes, pequeñas montañas y arrecifes, que nos han protegido de los cambios climáticos extremos desde siempre”.

El recorrido hacia el ojo de agua inicia desde el pequeño malecón por mar abierto, para luego de 16 kilómetros llegar a la conjunción casi mágica del agua salada con la dulce, lo que provoca una densidad hídrica diferente, que convierte al agua de la laguna en arenosa, un espectáculo para los sentidos, ya que solo se observa naturaleza y en el ambiente se escucha el canto de las aves: patos, aves del paraíso, incluso cigüeñas y flamencos que llegan a reproducirse a esta extensa área.

“Fue uno de los momentos más difíciles de su vida —dice Iván, capitán de nuestro navío, recordando el paso del terrible efecto que dejó Gilberto en 1994—. Nosotros crecimos aquí, pero para nuestros padres fue terrible observar la devastación que dejó el fenómeno meteorológico. Sin embargo, hoy vemos sus efectos positivos, como esta belleza creada ciento por ciento por la naturaleza y que ahora podemos disfrutar”, refiriéndose al efecto químico de la cruza de ambos caudales.

Luego de unos 10 minutos en balsas, porque la lancha a motor ya no entra por lo bajo del nivel, aparece un enorme manglar. Un efecto óptimo hace pensar al viajante que todo termina en ese punto, pero es un error. La magia apenas comienza.

Sisal es un puerto que se encuentra activo desde antes de la llegada de los españoles/ Especial

El recorrido sigue en balsa o kayak, pero lo que impone es esa energía de paz que ronda toda el área, a lo lejos se observan manglares de diversos tamaños. 

“Se pueden observar tres ecosistemas diferentes: Playa, duna y ciénaga al igual que variedad de especies de aves específicas que visitan la zona en determinadas épocas del año”, afirma el anfitrión.

Resta cerca de un kilómetro en balsa o kayak; el panorama sigue siendo único, pero allá al fondo se observan diversos matorrales. Al acercarse, una extensa ruta de canales estrechos nos recibe, la tranquilidad del lugar inquieta. Dzul Ha nos espera.

El recorrido es de unos 180 metros, la fauna nos observa desde las alturas. La flora es densa y la expectativa grande.

“Cuando lleguen, toquen las raíces del árbol que ahí los espera. Dejen las malas vibras en él, disfruten de sus tranquilas aguas y déjense llevar”, afirma Iván. Y el momento es exacto, luego de varias curvas aparece el ojo de agua, el Caballero de agua nos recibe, con el sonido del viento entre los árboles, que es solo interrumpido por la voz de nuestro guía.

En el lugar se puede nadar, una fosa de unos cuatro metros en su parte más profunda, prístina. Casi virgen, donde se encuentra la paz interior. Un viaje hacia el yo interno que después de una hora te deja listo y renovado para regresar a la vida diaria. Una pila que transforma tu energía en calma y una nueva visión del futuro.

Y además, experiencia completa

Al regreso del tour se puede contratar el servicio de Pasadía en la Bocana, con un pícnic memorable entre el mar y la laguna costera.

La duración es entre cuatro y cinco horas. Incluye: agua, frutas, café, chalana, botiquín de primeros auxilios, chalecos salvavidas y guía.

El viaje es de dos a ocho personas y tiene un costo de mil 250 pesos.

El ojo de agua Dzul Ha es una de las maravillas naturales que puedes conocer en Yucatán / Especial


​AP. 


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