Haca casi tres, en el último Régimen de transferencias que se celebró en Cancún con todo el caché que solía tener esa compra-venta de jugadores en días frenéticos de oferta y demanda. Apareció en el lobby del lujoso hotel Alejandra de la Vega acompañada por su esposo, el empresario petrolero Paul Foster. Horas más tarde se supo que habían llegado para finiquitar la compra de la franquicia de Lobos BUAP.
De la Vega gusta del futbol y buscó por activa o pasiva regresar la Primera División a Ciudad Juárez, su tierra natal, con el objetivo de mostrar un rostro distinto de una ciudad que acarrea varios problemas sociales. Su intención siempre fue mostrar que esa parte de México es algo más que violencia.
En el gremio trascendió que el equipo tomaría un giro diferente, lo reflejaban las charlas de algunos representantes que olfateaban el dinero como perros al hueso, muy pronto se hizo del conocimiento la fortuna que amasa la propia De la Vega y su esposo, en los pasillos los agentes decían: “ahí, ahí hay que meter jugadores, tienen plata para echar la casa por la ventana”.
El inicio
El viernes 19 de julio de 2019, los Bravos de Juárez se estrenaron en la Primera División de la mano de Gabriel Caballero, con una derrota como visitantes por 1-0. Su primer semestre en el máximo circuito no fue nada bueno, tras 18 partidos acabaron en el lugar 16 de la tabla general y los problemas porcentuales ya aparecían, pero Caballero se mantuvo en el cargo.
En el Clausura 2020, que fue cancelado por la pandemia de covid, el equipo tuvo un ligero repunte, a la Jornada 10 cuando se suspendió el campeonato, iba en octavo lugar y ya había algunos nombres de jerarquía, como el charrúa Diego Rolán, el chileno Angelo Sagal o el paraguayo Darío Lezcano, pero no era un club que tuviera la mejor plantilla, signo claro de que la directiva media los recursos y no despilfarraba.
Doble multa
Para el Guard1anes 2020, ya con las multas estipuladas para los equipos que terminaran en los últimos lugares de la tabla de cocientes, la plantilla no dio un salto de calidad y vino un cambio en el banquillo. Primer movimiento en busca de dar un giro radical, la salida de Caballero y la llegada de Luis Fernando Tena, con el reconocimiento que goza el Flaco en el medio mexicano.
Luis Fernando no tuvo varita mágica, de hecho se fue con el torneo en marcha, su lugar lo tomó Alfonso Sosa en marzo. Y Poncho tampoco logró levantar el rumbo. Al final, Juárez acabó en el puesto 16 de la tabla de cocientes y tuvo que pagar 50 millones de pesos como multa.
Vino el segundo golpe de efecto, o más bien un intento del mismo, la llegada de Miguel Ángel Garza y Ricardo Ferretti parecía marcar la pauta de la reivindicación, pero todo se quedó en buenas intenciones. El primer semestre de Tuca, el equipo en el lugar 16, con los problemas porcentuales aumentando y en la cancha mostrando muy poco.
El acabose llegó en el recién terminado Torneo Clausura 2022. Los Bravos fueron el peor equipo del torneo, último lugar de la clasificación y también de la tabla porcentual, el resultado 80 millones de pesos pagados por concepto de multa.
En dos años desde los despachos de Bravos se han pagado poco más de 6 millones de dólares, dinero. Una pérdida sustancial que no se verá recuperada. Aquella buena intención con la que Alejandra de la Vega y Paul Foster llegaron a Cancún no ha tenido eco en lo deportivo. El músculo económico que se le auguraba a este equipo se ha mostrado en los cheques para las multas y no en un proyecto deportivo con mejor pedigrí. Casi tres años después, FC Juárez sigue en el limbo, el dinero no alcanza en la cancha.
FCM