La selección de Portugal alcanzó el objetivo marcado por Fernando Santos y sus pupilos, pasar a octavos de final como primeros de grupo para disponer de un día más de descanso, pero lo hizo con una triste derrota ante la Corea del Sur, que nunca se rindió y acabó encontrando el premio en la prolongación con un tanto de Hwang Hee-Chan tras una galopada de su líder Son Heung-Min.
Uruguay, pese a ganar en el otro partido del grupo a Ghana, acabó quedando por detrás del equipo asiático al haber marcado menos goles. Los surcoreanos se suman así a la fiesta de Japón y del fútbol de todo el continente. Fue el premio a su esfuerzo infatigable, a su fe, a su corazón, a todas esas cualidades que atesoran desde el trabajo, la humildad y la modestia.
Cuajó un partido muy pobre el cuadro luso. Con el pase garantizado tras el segundo encuentro y conocedor del triunfo de Uruguay ante Ghana, hasta una derrota le mantenía en la primera plaza del grupo H. Se limitó a cumplir el expediente sin más. Le faltó concluir este cuarteto con tres victorias. Pero también aprovechó para dar descansos y ofrecer minutos a los menos habituales.
Fue de más a menos Portugal. Comenzó enchufado intenso, peligroso por las bandas, hasta certero con el tempranero tanto de Ricardo Horta, una de las muchas novedades planteadas por Fernando Santos. Pero poco a poco fue cayendo en el conformismo y estuvo en varias fases a merced de un rival que se lo jugaba todo.
Esa carencia de necesidad y el conformismo de los lusos permitió a Corea del Sur ir a más. Con su habitual espíritu quisieron sus jugadores hacer honor a su apodo 'Guerreros Taeguk' y lo certificaron en la prolongación ante el delirio de su numerosa hinchada que se reunió en el estadio Ciudad de la Educación.
Consciente del peligro que corrían los advertidos de sanción, Ruben Días, Joao Félix y Bruno Fernandes, así como el desgaste de jugadores como Bernardo Silva, Fernando Santos formó con un once alternativo, en el que apenas figuraban, entre los titulares, Diogo Costa, Pepe, Joao Cancelo, pero como lateral zurdo, Ruben Neves y Cristiano Ronaldo.
Todo el cóctel funcionó de inicio con Diogo Dalot y Joao Cancelo muy profundos por las bandas. El primero, tras recibir de Pepe en profundidad, no tardó en dar la posibilidad a Ricardo Horta de abrir el marcador y en castigar la endeblez atrás del equipo que dirige el también luso Paulo Bento, sentado en la grada sufriendo sin poder ayudar a sus jugadores tras ser expulsado después del anterior partido por protestar insistentemente al colegiado.
Pero no tuvo continuidad Portugal. Pese al esfuerzo en la batuta de Ruben Neves, con Vitinha y Joao Mario intermitentes y Cristiano Ronaldo demasiado solo y con escasa participación, los jugadores surcoreanos, como hicieron los japoneses ante Alemania y España, se fueron creciendo.
El mallorquinista Lee Kang-In, infatigable en la movilidad, y el referente y capitan surcoreano Son Heung-Min, empezaron a ofrecerse y a crear inquietud a la zaga portuguesa, en la que Pepe y Antonio Silva formaron un duelo veterano-joven interesante pero que no pudo impedir que en un saque de esquina el balón rebotase en la espalda de Cristiano Ronaldo y se quedara casi a placer para que empatara el encuentro Kim Young-Gwon.
Volvía a creer Corea del Sur. Y de qué forma. Con una hora por delante, ante una Portugal a medio gas lo podía conseguir. Un gol, si Uruguay no ampliaba su cuenta, le daba la victoria y le disparaba a los octavos.
Portugal, con la calidad que atesora, aún así puso en peligro al meta Kim Seung-Gyu, pero sin la contundencia imprescindible ni la insistencia que sí que comenzó a tener Corea del Sur con el paso de los minutos.
Con Corea a lo suyo, tan claro vio Fernando Santos que el liderato no peligraba que retiró del césped a Cristiano Ronaldo a los 65 minutos dentro de un triple cambio para dar más minutos a Rafa Leao, Palhinha y Andre Silva.
Lo intentaron los jugadores asiáticos, pero de forma un tanto precipitada. Quisieron aplicar tanta velocidad a sus acciones y salir tan rápidos que cometieron demasiados errores, pero en una de las contras, ya en la prolongación, Son Heung-Min sacó los galones de líder, se plantó en las inmediaciones del área lusa y mandó un balón preciso a Hwang Hee-Chan, que no lo desperdició.
Tuvo que esperar todo el equipo surcoreano reunido en el centro del campo prácticamente diez minutos a que terminara el partido de Uruguay y Ghana. La tensión y los nervios dejaron paso a la felicidad plena de los futbolistas, la expedición entera, que se fue al fondo donde estaba la mayoría de sus seguidores para festejar el éxito.
MGC