Hasta la Copa del Mundo de Chile 1962 lo que no estaba prohibido, estaba permitido, por lo que algunos combinados aprovechaban esas lagunas para completar sus equipos con jugadores naturalizados.
Sin embargo, la decisión de la selección española de presentarse con 18 españoles, un uruguayo (José Santamaría), un paraguayo (Eulogio Martínez), un húngaro (Ferenc Puskas) y un argentino (Afredo Di Stefano) levantó las alarmas de las FIFA.
Puskas, un histórico y legendario jugador del Real Madrid, nació en Budapest y durante 15 años defendió los colores húngaros, donde incluso llegó a jugar la final de la Copa Mundial en Suiza 1954. A pesar de eso, después de conseguir la nacionalidad española, decidió jugar para ellos.
Al caso de Puskas se sumó el del sudamericano la Saeta Rubia DiStefano, quien tras construir su leyenda en el River Plate, paso a Millonarios de Colombia y de ahí al Real Madrid de España colores que que terminó defendiendo de 1956 y 1962.Otro caso fue el de la selección italiana con José Altafini de Brasil y Enrique Omar Sivori de Argentina.
A raíz de más casos que se sumaron a la lista de fugas y movimientos extraños entre jugadores, sobre todo latinoamericanos, y de manera progresiva la FIFA comenzó a cambiar las reglas al punto de que primero determinó que si un jugador ya había participado como seleccionado juvenil para un país ya no podía cambiar con una naturalización; sin embargo, la dura medida fue cambiada posteriormente y el jugador que ya formó parte de una selección mayor es el único que no puede cambiar de colores para defender.
DAO