La mirada de Aisha es penetrante y emotiva. Durante la plática trata de mantener el contacto directo para enfatizar las ideas. Sí, son sus ojos los encargados de transmitir todo aquello que difícilmente se puede interpretar de un rostro que, a excepción de esa zona, está cubierto.
Ella lo siente tan natural que quizá no advierte el escudriño involuntario y recurrente que su interlocutor hace de su vestimenta. Y es que Aisha Rodríguez está cubierta de pies a cabeza, con una abaya y un niqab negros que solo dejan visibles sus manos y ojos. Sí, así como visten casi todas las mujeres en Qatar, así como visten casi todas las mujeres del mundo árabe consagradas al islam.
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Una elección de fe
Originaria de León, Guanajuato, Aisha Rodríguez se volvió musulmana hace casi 24 años, cuando se fue a vivir a Estados Unidos y tres años después se trasladó a Qatar con su esposo.
“A mí nadie me obliga a vestirme así. Lo hago porque elegí ser musulmana”, dice en plática con MILENIO-La Afición.
Y de inmediato agrega que se siente plena y libre, contrario al prejuicio que hay sobre las mujeres en Medio Oriente, a las que se les percibe sometidas, comenzando precisamente por la vestimenta. “Yo te puedo decir, hablando de feminismo, que para mí el islam es el mío. Cuando lo conocí a los 21 años era exactamente lo que yo creía”.
En Qatar, como en todos los países árabes, la religión más practicada es el islam; de acuerdo con el último informe del instituto de investigación Pew Research Center más de dos millones 200 mil personas la profesan, lo que equivale al 70 por ciento de la población.
“En el islam se nos pide a las mujeres cubrir el cuerpo y el pelo para ser identificadas como musulmanas; se recomienda cubrir del cuerpo, la belleza o lo que es más atractivo; en la región del Golfo (Pérsico) es la tradición el color negro, pero no es obligatorio… el cubrirse el rostro es parte de la cultura, pero que tiene sus raíces en la religión, en el pudor, en no llamar la atención y en la modestia”, dice Aisha, quien explica que decidió cubrirse totalmente, a excepción de los ojos, porque así fortalece su vínculo con Dios.
“Fue una adaptación fácil a Qatar porque la cultura y la relación familiar está basada en el islam, en las enseñanzas del Corán, y es algo natural el respeto a la familia, la unión, la paz, el respeto a los mayores; las familias son muy unidas y respetuosas”.
La mujer en Qatar
No te les quedes mirando. No las abordes en la calle. No les trates de tomar una foto. No te acerques demasiado. No les hagas la plática de buenas a primeras. Ten cuidado de que alguna acción tuya pueda considerarse una falta de respeto… Sí, las advertencias –disfrazadas de consejos– son claras y contundentes. Y es que aquí en Medio Oriente, el rol de la mujer es algo muy controvertido a los ojos del mundo occidental.
Mientras que en países como Arabia Saudita e Irán –donde en estos días se vive un fuerte movimiento feminista– sí hay prohibiciones muy marcadas para las mujeres, que incluso caen en el sometimiento, en Qatar se vive una dualidad que mezcla largos siglos de costumbre con una renovada apertura a los nuevos tiempos.
Sí, es cierto que aún la sociedad qatarí se puede considerar conservadora en varios aspectos sociales, pero también es un hecho que desde hace muchos años a las mujeres se les permite el desarrollo profesional, a la par de cualquier hombre.
“La mujer en el islam tiene libertad; tenemos los derechos de tomar nuestras decisiones, de estudiar, de trabajar, incluso, déjame decirte que para la mujer musulmana su salario es de ella, si ella quiere para usarlo en casa, en sus hijos y en la familia, adelante, puede hacerlo; y si se lo quiere quedar para ella también está bien, no tiene la obligación, porque todo es para ella. La mujer puede tener su empresa, trabajar en lo que le agrade más”, platica Aisha.
Eso sí, en la sede mundialista, de los más de tres millones de habitantes que hay, solo el 25 por ciento (poco más de 750 mil personas) son mujeres. Esta diferencia tan grande provoca que se crea que hay pocas oportunidades para ellas… algo muy alejado de la realidad.
La figura de una reina
“Qatar se está desarrollando mucho y es gracias a sus mujeres. Y a la esposa del rey... Moza (bint Nasser al-Missned) ha sido una eminencia y es el ejemplo a todas las mujeres de que la libertad en el islam es completa”, afirma Aisha Rodríguez.
Y sí, la jequesa Moza bint Nasser al-Missned –madre del actual emir–ha sido una figura muy importante en el desarrollo igualitario en Qatar. Asociada más al mundo de la moda, por ser de las primeras figuras femeninas de Medio Oriente que captó la atención al variar la vestimenta típica en sus visitas a otros países, también tuvo una contribución determinante en el rediseño y construcción de la llamada Ciudad de la Educación, que está en Doha.
Es más, su influencia ha sido tal que en 2010 se le consideró dentro del listado de las 100 mujeres más poderosas del mundo. Sí, Aisha señala que la figura de Moza es igual de respetada en Qatar que la de su esposo y la de su hijo Tamim bin Hamad Al Thani, el actual emir.
“¿Si no tuviéramos libertad, te podría hablar de esto?”, remata la mexicana, quien posee un negocio propio y se siente libre bajo ese manto negro que cubre todo su cuerpo y que tanto se ha estigmatizado en el mundo occidental.
ZZM