Nadie en la historia de la selección de Japón ha tenido tantos reflectores como Takefusa Kubo. A sus 21 años, el aún futbolista en ciernes es proyectado como la gran figura que tanto ha esperado el conjunto nipón para brillar –por fin– en una Copa del Mundo.
La razón: a su corta edad Kubo ya sabe lo que es vivir bajo el interés de los dos clubes más importantes de España, Barcelona y Real Madrid, incluso durante su formación se le llegó a conocer como el Messi japonés.
Sin embargo, Takefusa también se encuentra en esa delgada línea en la que la promesa de una carrera brillante solo quede en eso, y no en la realidad que tanto añora su país. La Copa del Mundo de Qatar será un punto de quiebre.
Destinado al futbol
Apenas tenía cuatro años cuando su padre, Takefumi Kubo, se dio cuenta que poseía un talento excepcional para el futbol. Desde ese momento se volvió un objetivo el orientar de la mejor forma la naciente carrera del único hijo de la familia que radicaba en la ciudad de Kawasaki, prefectura de Kanagawa.
Su primer equipo fue el Sakahama FC, después cuando cumplió siete años pasó a formar parte del FC Persimmon y luego en el Tokio Verdi. Entonces llegó la gran oportunidad de participar en un campamento de verano del Barcelona, donde su calidad lo hizo destacar por encima de los demás.
"Un día vi un folleto de un campamento que decía que si era el mejor jugaría un partido con el Barcelona, y lo intenté. Jugué ese partido, y creía que ese era el final, pero me dijeron que hiciese otra prueba, porque todo estaba yendo muy bien", narró en su momento Kubo al portal Goal.
Unos meses después fue seleccionado como miembro del equipo captación del Barcelona para participar en la Sodexo European Rusas Cup, celebrada en Bélgica, donde fue nuevamente galardonado con el premio al jugador más valioso a pesar de que su equipo terminó tercero.
Era claro que Takefusa Kubo era el mejor futbolista de su generación en Japón por lo que el conjunto culé no dudó en invitarlo para que formara parte de la prestigiosa Masía.
En agosto de 2011, después de superar algunas pruebas, el pequeño futbolista japonés por fin daba su primer paso hacia la elite del balompié. Así como con Lionel Messi en su momento, La Masía se ilusionaba con un nuevo prospecto que en su primera temporada ya había marcado 74 goles en apenas 30 partidos.
La sanción que lo cambió todo
Kubo ya había sido promocionado a la categoría 14, cuando en 2015 el Barcelona fue sancionado por la FIFA por haber violado las reglas de las transferencias juveniles de jugadores que venían del extranjero; por tal razón, se le prohibió utilizar a Takefusa hasta que cumpliera la mayoría de edad.
Esta decisión frenó de golpe el desarrollo del japonés, quien después de permanecer unos meses más en España sin poder jugar, decidió regresar a su país para retomar su carrera. El sueño europeo solo había sufrido una pausa.
Firmó con el FC Tokio y su debut como profesional se produjo el 3 de mayo de 2017, convirtiéndose en el segundo jugador más joven en hacerlo, con 15 años, 10 meses y 30 días. Para seguir con su evolución fue cedido al Yokohama Marinos para luego regresar a Tokio. En su última temporada en Japón sumó un total de cinco goles y cuatro asistencias en dieciséis partidos.
Ahora el Real Madrid
Ya con la mayoría de edad cumplida, Takefusa Kubo se volvió el objeto del deseo de los equipos más importantes de Europa. El Barcelona parecía que llevaba mano, pero la mala experiencia del pasado hizo que el futbolista presionara por ir al Real Madrid. En 2019 firmó un contrato por seis años con el conjunto merengue, que lo mandó a su filial del Real Castilla.
Y de ahí a una serie de sesiones –Mallorca, Villarreal, Getafe y otra vez Mallorca– con el sueño de algún día debutar con el conjunto blanco.
En su selección debutó el 9 de junio de 2019, en un amistoso frente al Salvador; en 2021 fue la figura del conjunto olímpico que quedó en cuarto lugar. Sí, su rodaje es poco, pero en él se centran muchas de las esperanzas del conjunto nipón a futuro.
FCM