Se trataba de la primera edición de una Copa del Mundo, por lo mismo ciertas regulaciones que hoy son comunes dentro del futbol, aún no estaban establecidas. Si nos remontamos a la época de Uruguay 1930, primero que nada, tendríamos que recordar aquellos memorables balones de cuero armados con 12 piezas. El llamado T Shape, hecho con piel vacuna.
Si bien el desenlace de lo que sucedió aquel 30 de julio entre las selecciones del Río de la Plata es conocido, lo que queda como anécdota es lo que sucedió previo al histórico partido en el Estadio Centenario de Montevideo. Los charrúas venían de conseguir dos oros olímpicos en 1924 y 1928, por lo mismo Uruguay, selección local y favorita, venció a Argentina 4-2 en lo que fue la primera final de un Mundial.
Antes del duelo, ambos capitanes, José Nasazzi para Uruguay y Manuel Ferreira para la Albiceleste, presionaron al árbitro, ya que cada uno quería disputar el duelo con su propio balón. El colegiado belga John Langenus protagonizó una de las decisiones más épicas en la historia de las justas mundialistas, pues para la primera parte se escogió el esférico argentino y para el segundo tiempo el cuero uruguayo.
Lo curioso es que Argentina logró imponerse a los locales 2-1 antes del descanso con su balón conocido como Players y anotaciones de Carlos Peucelle y el Filtrador Guillermo Stábile, mientras que los uruguayos remontaron 3-0 para el complemento frente a 63 mil 346 espectadores y con goles de José Pedro Cea, Victoriano Iriarte y Héctor Castro. No quedó duda de que los jugadores estaban cómodos con las pelotas que ya conocían, pero nunca se comprobó oficialmente si en verdad fueron claves en la definición del primer título.
DAO