Leonardo Suárez llegó al América para darle un plus a la zona de creación; procedente del Villarreal de España, en busca de revalorizar su carrera, las Águilas son un club de alta exigencia, algo a lo que está acostumbrado, pues desde niño tuvo que luchar contra la adversidad.
La pausa por el Covid-19 frenó su progresión. Iba bien, pero ahora será volver a empezar. “Me da un poco de bronca porque iba agarrando el ritmo y por culpa del virus se cortó todo. Ahora hay que empezar de vuelta de cero y prepararnos de la mejor manera para volver y no encontrarnos con ninguna dificultad física”.
Sobre el trabajo que están haciendo consideró que volverán bien porque “el equipo se está rompiendo el lomo, a doble turno todos los días para volver al cien cuando se reanude el torneo. Este equipo se merece lo mejor porque es un grupo impresionante. El América siempre tiene que pelear los títulos y para eso estamos trabajando, para poder cumplir los objetivos del club que es lo que tanto deseamos todos nosotros”.
En los meses que lleva en México, Leo ha ido conociendo la cultura y adaptándose a su nuevo hogar, a los 24 años sabe que aún hay tiempo para relanzar su carrera, recuperar su mejor versión esa que lo llevó a debutar en la primera de Boca Juniors y también a emigrar a Europa con apenas 18 años.
“Encontré mucha calidad, una Liga muy competitiva. Y en el América encontré un grupo increíble, lleno de buenas personas, estoy muy contento y espero que sean muchos años”, comenta el argentino.
Su primer gol en México lo marcó en el Clásico contra Pumas, en el cobro de un tiro libre, unos días después se estrenó en el Estadio Azteca contra el Atlanta United, un gol que “había imaginado desde antes de que me contraten, cuando estaba la posibilidad y se nombró el América me lo venía imaginando en ese estadio tan importante para los argentinos”.
En Coapa están contentos con su rendimiento hasta le parón, en el conjunto azulcrema gustó su mentalidad, que tenga carácter para sobreponerse a situaciones adversas, además del desequilibrio que muestra en el campo.
“Yo estoy preparado, vine preparado desde un principio porque sabía lo grande que es este club, vine preparado y a trabajar al cien para dar lo mejor de mí y para ganar títulos. Me voy a esforzar al cien por el equipo”, asegura.
Superación como sello
Leo es un jugador con un carácter especial, ha tenido que luchar desde niño contra la adversidad, por eso los retos no es algo que lo intimiden. Recién nacido, le fue diagnosticado un problema llamado pie bot, una deformación que consiste en que ambos pies estén girados hacia dentro. “Fue algo muy duro para mi familia, para mi mamá, mi viejo, mis abuelos, nací con los pies doblados y me tuvieron que operar para dejar el pie estable. El doctor le había dicho a mi madre que con suerte podría caminar bien y correr un poco, la verdad que fue un milagro, fue algo que me marcó para siempre, para trabajar al cien y dar todo, porque mi familia sufrió cuando yo era chico”, cuenta.
La deformación se corrigió e inició su camino en el futbol. Los astros se alinearon y en su camino apareció Roberto Maddoni, un detector de talentos que ha descubierto figuras de la talla de Carlos Tevez, Fernando Redondo, Esteban Cambiasso, Fernando Gago, Juan Pablo Sorín, entre otros.
“A mí me ve el padre de Cristian Erbes —hoy jugador de Atlético Tucumán— y él habla con Ramón Maddoni y me dicen que vaya a entrenar a club Social Parque, (un club de Argentina que es considerado una fábrica de jugadores). Tenía cinco años y como no daba la edad para jugar con mi categoría porque todavía no había empezado, empecé con la 95, eran un año más grandes. Y cuando nace la categoría 96 en Boca y en cancha de 11, me lleva el mismo Ramón Maddoni; él siempre fue muy importante para mí en lo futbolístico y en lo personal porque hablaba mucho conmigo y siempre voy a estar agradecido a él”.
Así inició la carrera de Leo, desde entonces ya no hubo freno; solo jugó dos partidos con la primera de Boca, porque un desacuerdo en el tema contractual lo llevaron a buscar camino en Europa cuando tenía 18 años. Villarreal, Valladolid y Mallorca, fueron los equipos en los que Leo dejó chispazos, para el curso 2019-20 regresó al Submarino Amarillo, pero en diciembre decidió explorar otros horizontes, ahí aparecieron las Águilas, el club que espera verlo explotar sus mejores sensaciones.