Poco después de la media noche Santiago Solari salió del vestidor del América en el estadio Azteca con una mochila al hombro, minutos antes el entrenador argentino no había sido capaz de garantizar su presencia en el partido del sábado contra Monterrey, pero su semblante ya era el de un hombre condenado, uno que tenía claro que su estancia había llegado a su fin.
Se marchó del Azteca acompañado por su cuerpo técnico, todos con semblante serio, todos tenían claro que eran los últimos pasos que daban en ese inmueble con el escudo de América en el pecho. El entrenador se fue de manera educada, se despidió de la prensa con cordialidad, aquel concepto de ‘América, la patria futbolera’ pasaba a ser una mera anécdota, porque su estancia en el club, lejos de ser recordada con éxito, acabó con un comunicado de cinco párrafos.
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Hoy por la mañana, Solari acudió al club, cerca de las 9:45 hrs, a bordo de su camioneta, era el momento para finiquitar los detalles económicos de su salida, y para despedirse del personal con el que convivió en los últimos 14 meses, entró por la puerta de adelante porque ante todo se fue sin deberle nada a nadie.
A las 10:33 llegó el mensaje del club en el que anunciaba su salida por a falta de resultados. Al interior del club se daban las últimas palabras de Solari, en ese momento el acuerdo del finiquito era total. Abordó de nuevo su camioneta, era tiempo de marcharse a casa para cerrar los últimos detalles de su estancia en México.
Antes de salir se despidió de los guardias que vigilan el acceso al complejo deportivo. Y cerca del medio día la puerta principal del Club América, se abrió para despedir Santiago Hernán Solari Poggio, el hombre que pareció llegar como un nuevo mesías para el americanismo y que al final se fue como si hubiera resultado un falso profeta.
MGC