En diciembre, a Roger Martínez se le puso la etiqueta de transferible, no era para menos, se le sacó al mercado porque era un jugador intermitente, un delantero que no era capaz de poner su talento a disposición del equipo, jugador de momentos, no se sentía cómodo en Coapa, porque su cabeza estaba más pendiente de salir del club, con Europa como utopía, pero sin que hubiera alguien que pusiera el dinero sobre la mesa para llevárselo.
Justo hace un año esa actitud generó que fuera relegado al palco, se dijo que no jugaba porque estaba inmerso en una negociación, pero no fue así, en los altos mandos no gustó que el colombiano se le pasara hablando de querer marcharse, y no es que en club le cerrara la puerta, lo que pasó es que los interesados lo querían a préstamo o pagando una cantidad irrisoria en comparación con lo que pagó América al Villarreal.
Si no quería vestir la playera no lo iba a hacer así que se le congeló, aunque en esos momentos el club estaba cojo de efectivos en ataque. Se entabló con el Inter de Miami de la MLS una negociación que cuadraba en Coapa, pero al colombiano no le gustó la misma y se quedó en Coapa. Se le perdonó porque el cuerpo técnico y el presidente intervinieron en su favor, pero su rendimiento fue bajo y la pandémica canceló el torneo sin que él pudiera despuntar en su nivel.
Previo al Guard1anes 2020, más de lo mismo, que sí salía o no, desde los despachos no veían compromiso con el club, apenas jugó 530 minutos, el torneo en el que menos actividad ha tenido y solo marcó un gol. Por ello, a mediados de diciembre, el presidente deportivo, Santiago Baños, dijo que su ciclo había terminado.
Hasta el cierre del mercado la puerta de salida estuvo abierta, pero en tiempos de pandemia no hay quien ponga la plata que pide América y el alto salario que percibe con las Águilas. Se cerró el mercado y de nuevo se terminó quedando en el club.
Y Solari lo sacó a la palestra, primero porque es un activo del club y porque el campo es el mejor aparador para animar a algún comprador, pero fue cuando empezó a convertirse en solución.
En el partido contra FC Juárez a cinco días del cierre de fichajes, entró de cambio en el segundo tiempo y tomó un balón en medio campo, arrancó hacia el arco rival sin que nadie pudiera detenerle y anotó con un tiro raso de fuera del área. Un gran respiro para Solari.
Y el sábado pasado, cuando América demandaba un revulsivo para salir de la monotonía en el partido ante Puebla; de nuevo Solari volteó a la banca, de nuevo cruzó miradas con Roger, de nuevo apostó por él como solución. Y el colombiano, de nuevo, respondió. Otro gol que le dio alivio al entrenador argentino.
Roger es la tormenta perfecta en América, un jugador capaz de meter en apuros a la directiva con sus constantes deseos de salir, un futbolista de contentillo, un atacante capaz de convertirse en bólido cuando arranca con la pelota, un tipo capaz de ser un agitador natural. Por ahora, Roger Martínez ha pasado a sentirse actor protagónico y no de reparto, pero no hay garantía de cuánto tiempo le dure ese estado anímico y futbolístico.
HRL