Pintaba para ser la noche perfecta, pero terminó como la peor de las pesadillas. La noche en la que todos los fantasmas de Cruz Azul se conjugaron y le propinaron la derrota más triste de su historia. Sí, el día en el que La Máquina perdió de manera inverosímil el título de Clausura 2013 a manos del América.
TODO ERA FELICIDAD
Qué más se podía pedir: Minuto 88, dos goles de ventaja sobre el América, un hombre de más en la cancha y un estadio Azteca pletórico en el que solo se escuchaban las gargantas cruzazulinas. La fiesta estaba en su apogeo. Era el rival, el momento y el lugar idóneo para romper con 16 años de sequía. Sí, Cruz Azul regresaba a la grandeza por la puerta grande.
Y es que luego de un mal comienzo de torneo, los de Memo Vázquez se aferraron a la Copa MX como su único salvavidas, la ganaron y de ahí vino un momento de éxtasis que duró hasta la final de vuelta, sí, justo hasta el minuto 88.
Antes, Christian Giménez le había dado el triunfo en el juego de ida, ya en la vuelta Teófilo Gutiérrez había aumentado la ventaja, mientras la grada celeste celebraba la roja a Jesús Molina para dejar a las Águilas con 10 hombres. Parecía que todo estaba escrito.
Y SI HUBIERA…
Desde hace 23 años, Cruz Azul vive de los hubiera… Esa noche, el seguidor celeste pudo enumerar varios de manera tortuosa: Y si Memo Vázquez hubiera arrancado con un centro delantero… y si ese tiro del Chaco hubiera entrado en lugar de estrellarse en el poste…y si Teófilo la hubiera metido en el contrarremate, en lugar de quedar un paso delante de la pelota…y si Memo hubiera mantenido a Pablo Barrera o al mismo Téofilo en la cancha…
Más doloroso, aún: Y si en ese cabezazo de Aquivaldo Mosquera, al minuto 88, Julio César Domínguez no hubiera encogido la pierna por miedo a cometer un autogol… y si Cruz Azul hubiera sido más canchero después del tanto del América… y si Alejandro Castro no se hubiera interpuesto en el remate de Moisés Muños… y si Cruz Azul hubiera mostrado un poco más de corazón…
LOS MINUTOS QUE BILLY NO VIO
El juego estaba decidido, o al menos eso creía todo el mundo. A Guillermo Álvarez Cuevas se le pidió bajar a la cancha para la ceremonia de premiación a casi 10 minutos de que terminara el juego. Si, por segunda vez en su historia como directivo, Billy levantaría el título de Liga con su amado Cruz Azul.
El directivo llegó justo a la puerta de acceso a la cancha justo en el momento en el que el partido se volvió loco. Desde ahí y sin poder verlo supo que América había anotado el primero, y mientras él y su personal exigían el ingreso –la directiva de las Águilas como Peláez y Pepe Romano ya estaban en la cancha– el mundo se le vino abajo cuando sintió el estremecimiento del Azteca. Lo sabía: América ya había empatado.
Regresó a su palco y vio desde ahí los tiempos extras y los penales, ya no bajó a la ceremonia de premiación.
EL RECORRIDO QUE NO FUE
A pocos minutos de que iniciara el partido, la foto de un Turibus se viralizó en Twitter. Sí, era el vehículo que La Máquina había llevado al Azteca previendo una noche de triunfo y gloria.
Como todos los equipos que juegan una Final, La Máquina ya tenía listas las playeras de la celebración y el plan para festejar con su público.
La logística era muy concreta: una vez que Cruz Azul se coronara, el equipo apresuraría la celebración en el Azteca, tanto en la cancha como en los vestidores, porque la verdadera fiesta sería en el estadio Azul.
Ese Turibus viralizado “hubiera” sido el transporte del equipo campeón, que habría salido del Azteca y habría tomado una parte del periférico para incorporarse finalmente a la avenida de los Insurgentes y de ahí hasta la colonia Noche Buena para celebrar con su público en el Azul.
Nunca pasó, porque en la noche del 26 de mayo de 2013, Cruz Azul fue devorado por todos sus fantasmas.