Cruz Azul está tan cerca de romper esa sequía de 23 años sin título, como son esos 90 minutos –o más si hay alargue y penales– del partido de vuelta; y al mismo tiempo tan lejos, como lo es la carga de su pasado.
Sí, este domingo en el estadio Azteca, de nueva cuenta La Máquina pondrá a prueba su temple para ver si es capaz de reescribir su historia y conseguir, por fin, esa novena estrella que anhela y espera desde el lejano diciembre de 1997.
La mitad del trabajo ya está hecho. El equipo de Juan Reynoso salió con una victoria por la mínima diferencia en el Territorio Santos Modelo, y ahora solo le resta mantener esa ventaja o aumentarla para ganar este título. Para nadie es secreto, Cruz Azul es favorito, aunque su rudo pasado le invita al escepticismo y la cautela.
Prohibido emocionarse
Terminó el partido de ida y todo mundo sabía lo que significaba: La Máquina está muy cerca de quebrar su maldición. Sí, el entorno futbolístico lo intuye y lo manifiesta, todos menos los cruzazulinos. El paso del tiempo ha dejado una regla muy dura y dolorosa para esta afición tan maltratada: prohibido emocionarse.
Desde el primer golpe en el Invierno 1999, cuando creyeron que la novena llegaría por el peso de la playera ante un primerizo Pachuca, las cosas ya no fueron como antes. Después vinieron los tropiezos ante el mismo Santos (Clausura 2008) y Toluca (Apertura 2008), donde fue incapaz de ganar el primer juego en casa; todavía contra los Diablos tuvo reacción, pero el arbitraje –con esa falta criminal sobre Villaluz– y la mala suerte –en ese penal que se estrelló en el travesaño y luego en la espalda de Yosgart Gutiérrez– le negaron la gloria.
En 2009 lo volvió a intentar, ahora frente a un Monterrey que le remontó un 3-1 en la ida para terminar 4-3, eso fulminó a La Máquina, que en la vuelta fue incapaz de reaccionar. Pero la más dolorosa de todas, fueron esos minutos fatídicos frente al América en el Clausura 2013; al minuto 87 ya era campeón con una diferencia de dos goles, un minuto después se desataron todos sus fantasmas y miedos, América regresó con gol incluido de Moisés Muñoz y en penales terminó la faena. Cruz Azul quedó marcado.
En el Apertura 2018 parecía llegar la revancha, pero otra vez los errores puntuales le hicieron sucumbir ante las Águilas. Sí, seis finales en las que Cruz Azul fue cubriéndose de una capa de pesimismo.
Ahora contra Santos todo luce favorable, pero hasta que Fernando Hernández no pite el final del partido de vuelta, el pueblo celeste se negará a creer que es de nueva cuenta campeón del futbol mexicano.
El oficio Reynoso
Juan Reynoso comprendió que Cruz Azul ya no necesita tanto fondo y sí mucha forma. Hoy, es ganar como sea, y la mejor forma como la comprende –el que en sus días de jugador fue un férreo zaguero– es con una defensa muy sólida.
Esta Máquina tiene casta y oficio. Hay mucho sacrificio y todos están convencidos de lo que pretende su entrenador. Hacia afuera, Reynoso se declaró enemigo del “humo” y se negó a prometer cosas; hoy, el tiempo ha demostrado que en la cancha es donde mejor puede hablar.
Sí, este Cruz Azul no es espectacular ni apabullante, pero tiene esa vehemencia de pelear a muerte; la sangre que tanto le había faltado. Quedan 90 minutos para reconciliarse con su historia.