Esta noche la mejor noticia que tuvo Cruz Azul no fue el triunfo sobre San Luis (3-1). No. Lo mejor para La Máquina fue que este torneo tan tormentoso llegó a su fin. Así de simple.
Los tres de puntos fueron anecdóticos, es más, este juego ya era tan intrascendente que ambos equipos -sin posibilidad desde hace 15 días de llegar a la Liguilla- lucieron tan relajados y cancheros. Y dentro de esa "despreocupación" se impuso la mejor plantilla de La Máquina.
Fueron 90 minutos en los que Cruz Azul jugó más suelto que de costumbre, con hombres como Guillermo Fernández, Misael Domínguez, Elías Hernández y Édgar Méndez, quizá algunos con la última oportunidad de convencer a Siboldi. Y muy pronto se encontró con la ventaja.
A los 10 minutos vino una jugada a balón parado y de ahí un centro al área que encontró sin marca a Milton Caraglio, quien con un sólido testarazo la mandó a las redes.
Sin embargo, tal como fue la costumbre celeste en este semestre, bajó las revoluciones y permitió que el rival le empatara. Fue así que un
San Luis no había mostrado nada, encontró la igualada al minuto 28 con un disparo de Juan David Castro desde fuera del área, un tiro colocado que superó la estirada de Corona, pegó en el poste derecho y terminó por meterse.
Al medio tiempo vino la rechifla de los pocos aficionados que asistieron al Azteca. Para el regreso La Máquina se metió por completo al juego.
Al 55' Cruz Azul otra vez se puso en ventaja. Adrián Aldrete recibió la pelota por sector izquierdo llegó casi a línea de fondo y mandó un centro medido al corazón del área donde Caraglio, de nueva cuenta, se levantó sin marca para hacer su segundo tanto de la noche.
Ocho minutos después Pablo Aguilar tomó un rechace en el área para meter el 3-1. Sí un triunfo que no ayuda en nada, ni siquiera para tener un cierre decoroso, pues después de 22 años sin un título de Liga, el decoro sencillamente ya no existe.