El Guadalajara y su afición están tan desesperados de victorias que cada pequeño triunfo se ha magnificado. Desde ganar cuatro partidos seguidos hasta una renovación, cosas que a lo largo de 116 años de historia nunca significaron motivo de festejo, hasta ahora.
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Sin embargo, después de haber deambulado entre técnicos incompatibles y predicadores, la gente de casa le ha traído esperanza a Chivas. Un técnico interino que ha priorizado el orden y canteranos que pedían a gritos más minutos en Primera División han llevado al equipo a un pequeño resurgimiento.
El Rebaño sigue en busca del método que lo lleve a competir como lo que es: un grande. Hace poco tiempo lo tuvo y desde las entrañas lo destruyó; ahora el camino luce más complicado, pero al menos puede partir desde sensaciones positivas.
Clasificar a cuartos de final, lo que siempre ha sido una obligación y lo que antes podía significar una instancia mínima para su jerarquía, ahora puede saber a la gloria que busca el club. Chivas intentará festejar su cumpleaños con un triunfo ante Pumas que siga enterrando, por ahora, los fantasmas que lo han aquejado el último par de años.
El Guadalajara aseguró a su mejor jugador de los últimos años al menos durante cuatro torneos más, algo que ahora parece una eternidad. Y cómo no serlo, si se ha pasado más de ese lapso fuera de los ocho mejores del torneo durante el último año.
Chivas llega a los 116 años de vida preguntándose cómo fue que una generación fue capaz de dominar el fútbol mexicano durante toda una década. Una bendición que después se transformó en el estándar obligado para una institución que compite desde la desventaja del nacionalismo, y que aún no tiene idea de cómo acercarse siquiera a las glorias de los años 50 y 60.
El repechaje debería ser un terreno prohibido para un club que durante varias décadas fue claramente el más grande del país, y que aún pudiera tener argumentos para serlo, aunque sus resultados digan otra cosa. Un triunfo ante Pumas sería lo obligado, no un motivo de festejos desbordados. Dicen que una golondrina no hace verano, si no lo sabrá desde hace tiempo el Guadalajara.
MC