“A los 11, 12 (años) me traían mis papás pero ya a los 13 años ya fue cuando mis papás me dijeron 'si quieres, te vas a tener que ir tú'”, una declaración que obliga a madurar a costa de los sueños.
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Paloma Magallanes tenía 13 años cuando salió de Zacoalco de Torres, sola, en autobús, rumbo al Club Deportivo Guadalajara. No era la primera vez que emprendía ese camino, ya formaba parte de su rutina desde un par de años atrás, pero sí era la primera vez que lo hacía por su cuenta. No se perdió, sino todo lo contrario, encontró el camino al profesionalismo y ahora se confirma como una de las grandes promesas del Rebaño.
Cuando la llamaron a la selección mexicana Sub 15, su familia desconfiaba de la concentración en el Centro de Alto Rendimiento. El sueño era tan grande que no hubo más remedio que confiar. Así voló por primera vez en avión y se enfiló al profesionalismo.
“Volteo para atrás y digo 'tantas cosas que he sacrificado'. Al final de cuentas el ver que estás aquí, que la gente te vea como un ejemplo, niñas que veo en Gigantera, niñas de mi edad desde que comencé tienen ese sueño y decirles que se puede me pone muy feliz”, compartió Paloma.
Aunque le cuesta elogiarse, desde que comenzó a jugar sabía que tenía algo especial. No solo con el balón en los pies, sino una mentalidad para buscar ir más allá.
“Desde siempre me consideraba no superior, pero sí una persona con más aspiraciones, (…) la verdad siempre decía 'tengo que marcar diferencia aquí y donde sea'”, expresó la canterana del Guadalajara.
Paloma aún recuerda con emoción aquel 20 de noviembre del 2016, el día que todo cambió. Desde ver el anuncio de visorías, destacar entre 300 jugadoras y ser convocada a la selección. Todo se consumó en menos de dos meses, el 5 de enero, su cumpleaños. A partir de entonces ya nada volvió a ser lo mismo.
No todo ha sido color de rosa. Trasladarse todos los días de Zacoalco a Guadalajara mientras cursaba la secundaria fue una etapa complicada.
“Al principio entrenaba en las tardes, entonces me daba muy bien el horario. Estudiaba en la mañana y vámonos a entrenar. Llegaba a la casa a hacer tarea, bañarme y dormirme y al día siguiente lo mismo, lo mismo. Llega un punto en el que te cansas”, aceptó Magallanes.
“Ser agradecida, disciplinada, constante y perseverar es lo que me ha mantenido aquí en el primer equipo y lo que me trajo desde la primera pretemporada con el primer equipo de que yo quería debutar, jugar. Quiero que la gente sepa quién es Paloma”, agregó la futbolista. El hambre de trascender no ha cambiado y sigue intacta desde Zacoalco.
Sacrificar la infancia y la adolescencia es algo que no le pesa. Acepta que en su momento quería ser “una niña normal”, pero eso implicaba dejar atrás el futbol. Al final, Paloma reconoce que los esfuerzos han valido la pena.
“Volteo para atrás y veo a la Paloma de los 11 años y me gustaría decirle gracias por nunca rendirse, por luchar, que nunca se rindió a pesar de los obstáculos que la vida me puso. Voltear y decir: estoy donde quiero estar”, finalizó.
SRN