En los últimos 365 días el americanismo ha vivido un subidón de emociones, hace un año, se ilusionaba con alcanzar la añorada 14, ese título que se le negó en la Final del Apertura 2019 y el sueño que Chivas había estropeado unos meses antes eliminándolos en el estadio Azteca en semifinales.
A estas alturas de 2023, el equipo de André Jardine empezaba a tener forma, ya se le veía el sello, pero mantenía la incertidumbre de ver si era capaz de dar el golpe de autoridad en la Liguilla. La cosecha de la fase regular fue la mejor que han tenido en torneos cortos: líder de puntos, mejor ofensiva y defensiva, impusieron su ley.
Llegada la fiesta, se pusieron el frac, ese traje de gala que suelen portar en las grandes ocasiones. Superaron a León, golearon al Atlético de San Luis y en la Final se impusieron a Tigres. Las deudas estaban saldadas.
Histórico bicampeonato
Con la idea de no aflojar el paso y mantener la inercia, el trabajo del cuerpo técnico fue dosificar jugadores, no apareció el estilo espectacular, pero sí el pragmático, paulatinamente se fue restableciendo el ritmo del equipo, que si bien no fue el de un semestre anterior, sí le alcanzó para ser mejor que el del resto de equipos.
Nuevamente el liderato general que se tradujo en ser el mejor equipo en el año futbolístico, un motivo más para andar con el pecho inflado. Y en la Liguilla el equipo llegó con el tanque de gasolina justo, pero con eso le alcanzó para volver a imponer su jerarquía.
Aunque sufrió ante Pachuca, le valió su etiqueta de líder general, después cobró revancha ante Chivas, en semifinales y doblegó a Cruz Azul en una Final cerrada. El América lograba el título 15, ese que ponía tierra de por medio con el resto, el que lo ratificaba como el más grande, porque automáticamente se proclamaba Campeón de Campeones. Posteriormente llegaron a las vitrinas la Supercopa Mx y el Campeones Cup. Cinco trofeos en menos de 365 días, una cosecha prolífica.
Reaccionar por obligación
Sin embargo, el trajín, las lesiones y la ausencia de una pretemporada acorde han pasado factura al equipo de André Jardine, América hoy no es ni rastro de lo que fue hace unos meses. Quiere, pero no puede y no le alcanza, rasguña los puestos de Play In, mientras busca una solución a sus déficits.
Para al cierre del torneo la conjura es clara: hacer hasta lo imposible por estar en la Liguilla y ahí jugar a matar o morir, apelando a su historia. Hoy no se ve a las Águilas como un candidato serio, eso es una realidad, porque no tiene ni forma ni estructura; sin embargo, tiene a su favor que es un animal competitivo, y más en Liguillas.
En su 108 aniversario, el Club América celebra estar en todo lo alto del futbol mexicano, pero al apagar las velas del pastel solo tendrá un deseo que es una obligación: reaccionar y ser protagonista, de lo contrario habrá fracasado. Mientras el final del torneo llega, el América sigue asechando.
FCM