América ya tiene la añorada 14, la pondrá en sus vitrinas este lunes, se acaba la sequía de títulos, se sanan las heridas del pasado y se saldan las facturas pendientes, aunque no faltará quien le ponga alguna mancha al campeonato de las Águilas por la actuación arbitral, sobre todo en la roja a Fulgencio, la que cambió toda la Final de vuelta y la inclinó a favor de los azulcrema que se terminaron imponiendo en tiempo extra.
Pero también habrá que decir que la que se esperaba que fuese una de las finales más atractivas y hasta espectaculares fue todo lo contrario, fue una película con muchos pasajes grises con tintes de partido de cualquier jornada de la fase regular.
La final tomó sabor y colorido hasta el final del partido, con la tarjeta roja a Raymundo Fulgencio, un chico al que le ganó la novatez y soltó un manotazo Julián Quiñones, vino la roja que desbalanceó a su equipo y le quitó el rumbo.
Como sea, América es campeón, premio justo para André Jardine, un entrenador que fue denostado, visto con recaudo porque no se le veían los galones para estar en esa silla y les entregó una obra casi perfecta: líder, mejor ofensiva, mejor defensiva y campeón, sobre todo eso, un trofeo que tanto reclama la directiva y la grada.
Tensión hasta el final
Fue un juego de mucha tensión, hubo algunos avisos, como una volea de Gignac que pasó desviada. La primera de gol para los de Coapa, un centro de Quiñones que Valdés empalmó con la derecha, pero Nahuel repelió. Eso alertó a Tigres, que se dio cuenta que no podía quedarse tan contemplativo y que debía dar al menos un paso adelante, lo hizo y también le metió un susto a los azulcrema, porque en una pelota parada Gignac cabeceó en el área y Malagón salvó providencial a su equipo.
No cambió mucho el segundo tiempo, ninguno se atrevía a ser valiente, había mucho miedo a un error. Lo tuvo América cuando llegó a trompicones y un remate de Valdés volvió a estrellarse en Guido Pizarro. Y Tigres lo vio muy cerca cuando Carioca puso la pelota en el travesaño, una acción que detuvo el corazón del americanismo.
La roja que cambió todo
Jardine mandó a Cabecita y Kevin por Zendejas y Layún, quien se retira del futbol. Pero la tensión iban en aumento, porque el reloj avanzaba y el partido entraba en una fase de ruleta rusa, y la bala que cambió el partido fue la de Raymundo Fulgencio, quien se fue expulsado al 80’ por una manotazo sobre Quiñones, cuando apenas tenía unos minutos en el campo.
El que se erigió como liberador del americanismo fue el mismo Julián, porque fue quien abrió el camino para un título que al americanismo llevaba años añorando, no había sido el mejor juego del atacante mexicano, pero apareció cuando el juego más lo demandaba, para cortar esa tensión que se vivía por la falta de una anotación que desatara las pasiones contenidas.
Otro partido, otra final, porque quedaba ahora la posible prórroga con uno más para las Águilas. Siboldi mandó a Noroña para reforzar la defensa. De nuevo Valdés la tuvo al 90’, pero Nahuel le robó la gloria al chileno.
Y en el arranque de la compensación, una pelota de Fidalgo por izquierda llegó hasta el otro sector y ahí la cazó Quiñones, el mexicano tiró, Nahuel repelió, pero el rebote le quedó de nuevo al paisano que la mandó a guardar y desató la locura en el Azteca.
Con Tigres desmoralizado, Nahuel se fue expulsado por doble amarilla, se desmoronó el campeón y Richard Sánchez hizo una gran jugada para marcar el 2-0 que selló el añorado título 14. Ya en la recta final del juego, Jonathan Rodríguez selló la goleada con un disparo que se incrustó en la portería de los felinos.
Tigres no pudo reaccionar, solo esperó el silbatazo final para poner fin a su ilusión del bicampeonato, mientras el americanismo apenas empezaba su momento de éxtasis que llegó cuando levantaron la copa al cielo. El más grande está de vuelta.
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MGC