Efraín Juárez no llegó a Pumas a cubrir el expediente. Llegó a revolucionar. Desde el primer día dejó claro que su prioridad es devolverle al equipo esa identidad que tanto pregona la afición y que, en los últimos torneos, parecía haber quedado archivada en algún cajón de Cantera.
A poco tiempo de haber asumido el cargo como entrenador del primer equipo (tras la salida de Gustavo Lema en marzo de 2025) Juárez puso manos a la obra.
Arrancó un proceso de evaluación con 24 jugadores de fuerzas básicas, todos nacidos entre 2006 y 2010. Convocó a dos por posición y se los llevó directo a entrenar con el cuerpo técnico del primer equipo. Trabajo físico, trabajo táctico, pero sobre todo, mentalidad.
El mensaje fue claro: “si quieres estar en Pumas, más vale que entiendas lo que significa vestir esta camiseta”.
Mientras Juárez abre la puerta a la sangre nueva, también empieza a cerrar capítulos. Ya hay una limpia en curso. El club confirmó la baja de jugadores que simplemente no entran en el plan del nuevo proyecto:
- Lisandro Magallán, defensa, rescindió contrato.
- Michell Rodríguez, delantero, termina préstamo y vuelve a Monterrey.
- Alí Ávila, otro delantero que también regresa a los Rayados.
- Ricardo Galindo, canterano con más de 50 partidos en Primera, se despide de la institución.
Y aunque todavía no hay comunicado oficial, trascendió que Juárez ya pidió la salida de Rogelio Funes Mori. En pocas palabras: el que no encaje, se va.
La renovación de Pumas ya empezó, y no es sólo de nombres o edades. Es de actitud, de sentido de pertenencia y de compromiso con la historia del club. Juárez está rescatando lo que siempre hizo fuerte a esta institución: la cantera, la garra y la idea de que aquí, nadie juega por nombre, sino por méritos.
CIG