Acabó el partido de México y empezó la celebración, no fue tan efusiva, los jugadores se abrazaron entre ellos, empezó a sonar el mariachi y en las pantallas apareció la frase "Nos vamos a Qatar". Sí la selección nacional no falló y aseguró su viaje a Medio Oriente.
Pitó el árbitro y empezaron los abrazos, los futbolistas que estaban en la banca también ingresaron al campo, pero todo con calma, nada que fuera muy efusivo.
Entonces Gerardo Martino se despidió del cuerpo técnico rival y emprendió el viaje hacia el vestidor acompañado por su auxiliar Jorge Theiler. El portero Rodolfo Cota se acercó para llevarlo a la zona donde los jugadores celebraban, pero Martino no atendió la invitación, otro intento de Cota tampoco encontró respuesta.
El Tata se dirigió a paso lento hacia la bocana de vestuario, y antes de bajar al mismo solo se inclinó para tocar el pasto y santiguarse. Ha cumplido con el objetivo para el que se le trajo, ha puesto el nombre de la selección nacional entre los invitados al Mundial. En sus adentros sabrá cuánta satisfacción le produce este logro.
RGS