Luis comenzó a escuchar las alarmas en el Kibutz de Nir Oz cuando estaba con su pareja, Clara Marman, y tres familiares más. Momentos después, tras pasar por un largo túnel y llegar a un edificio del grupo terrorista Hamás, se convirtió en un rehén que, además, sirvió como cocinero para sus captores y sus compañeros.
Ese día las alarmas comenzaron a las 6:30 horas, y aunque no eran buenas noticias, para Clara tampoco era extraño. Su hogar quedaba a unos tres kilómetros de la Franja de Gaza, una zona de tensión constante.
Sin embargo, ese día su refugio antibombas no funcionó. En lugar de ataques aéreos, llegaron terroristas. Decenas de ellos.
“Empezamos a sentir tiroteos, rompieron ventanales de cristales, entraron terroristas por la ventana, los refugios en realidad están preparados para misiles. Tratamos de cerrar la puerta, sostener la manija con una silla, un palo”, recuerda Clara. Pero nada funcionó.
Los 6 familiares fueron secuestrados y llevados hacia la Franja de Gaza en una camioneta blanca.
“Nos llevaron para el lado de las casas de ellos y en un momento determinado abrieron la camioneta, nos hicieron bajar, abrieron una especie de portón que estaba ahí nos metieron en un túnel”, recuerda Luis.
Clara, sus dos hermanas y una sobrina estuvieron 53 días secuestradas. Fueron liberadas gracias a un acuerdo de intercambio de rehenes por prisioneros de Hamás. Pero Luis y el hermano de Clara se quedaron en manos del grupo terrorista.
Para Clara, el cautiverio aún no terminaba. “Lo más triste es que dejamos a los hombres en cautiverio y fue una de las cosas más difíciles. El cautiverio para mí fue un infierno realmente (...) cuando salí tenía la sensación de que parte de la familia todavía está ahí, puedo decir que es todavía más horroroso”, recordó la sobreviviente.
Luis, cocinero aficionado, se convirtió en rehén y chef cuando sus captores no supieron qué hacer con los pocos víveres con los que contaban.
“Si traían una lata de arvejas, yo preparaba una sopa de arvejas. Si traían una papa, se comía una papa. Hubo días en que comimos un pedazo de pita, porque de a poco se fue terminando de todo. Al principio yo hacía lo que se llama shakshuka o un revuelto de huevo o algo así, pero los huevos se terminaron”, recordó Har.
A los 129 días, Luis obtuvo su libertad junto al hermano de Clara gracias a un operativo de las Fuerzas Armadas de Israel.
“Llegó el gran día que estábamos durmiendo y sentimos una explosión. No sabíamos qué era, lo primero que pensamos es que el ejército israelí estaba atacando el edificio”, recuerda Luis. Todo era confusión hasta que escuchó a un soldado decirle: “Luis sal, sal, vinimos a llevarlos a casa.”
Los seis sobrevivientes fueron atendidos por el Centro Médico Sheba Tel-HaShomer, uno de los hospitales referente para las fuerzas armadas israelíes. Así como algunas otras personas, recibieron y mantienen atención personalizada en materia de recuperación, psicológica, etcétera.
Sin embargo, no ha sido así con más de un centenar de personas que aún siguen en manos de Hamás, sin que se tenga información de su condición.
MO