El Ejército israelí, con su intensa ofensiva aérea del martes, y el grupo islamista Hamás, con el lanzamiento de más de 130 proyectiles en escasos minutos contra Tel Aviv y sus alrededores, no dan muestras de querer acabar con la escalada que desde el lunes ha causado 76 muertos: 69 en la Franja de Gaza, incluyendo 16 niños, y siete en Israel, entre ellos una menor.
Israel porque intenta recuperar la capacidad de disuasión perdida ante las milicias palestinas, como se reflejó con el ultimátum de Hamás cumplido con proyectiles contra la mismísima Jerusalén o el mayor ataque de proyectiles contra Tel Aviv en décadas.
Hamás, por su parte, tiene más interés en dar por finalizado este capítulo bélico, dado que cuando lo inició ya obtuvo la “imagen de victoria” en Jerusalén (pánico y sesión interrumpida en la Knésset con diputados en el refugio).
Entre los milicianos muertos en los ataques israelíes, se cuentan el jefe de la unidad de proyectiles de Yihad Islámica, Sameh Abed al-Mamluk, y otros dos del brazo armado de este grupo apoyado, por Irán, alcanzados por un misil israelí cuando estaban una casa en el barrio gazatí de Rimal.
Entre los 14 niños palestinos muertos, algunos por ataques israelíes, como uno junto a su madre ayer en el campo de refugiados, y otros por lanzamiento palestino fallido de proyectiles.
Los que sí alcanzaron Israel fueron interceptados por la Cúpula de Hierro o cayeron en campo abierto. Tres de los que impactaron en edificios mataron a tres mujeres en Ashkelón y Rishon.
El brazo armado de Hamás disparó 137 proyectiles en 5 minutos contra Ashkelon y Ashdod, más de mil 500 desde el lunes por la noche. Unos 850 cohetes cayeron en Israel o fueron interceptados por el sistema de defensa aérea, informó el portavoz del ejército israelí, Jonathan Conricus. Otros 200 cohetes se estrellaron dentro de la Franja de Gaza.