Nigeria registra más de dos semanas de protestas contra el gobierno, que han desbordado la maniobra de las autoridades, con saqueos masivos en edificios públicos y almacenes de comidas
Aunque predominó la calma en Lagos, la megalópolis de 20 millones de habitantes y la capital financiera del país, donde el martes por la noche se decretó un toque de queda, se produjeron numerosos saqueos en otras localidades.
Varios miles de personas entraron en un gigantesco almacén de alimentos en el barrio de Jos y robaron grandes cantidades de comida que tenía que haber sido distribuida en marzo y abril, cuando se decretó una cuarentena para hacer frente al coronavirus.
"Durante el confinamiento teníamos hambre y escondieron la comida", aseguró indignada Mafeg Pam, una habitante de Jos. "¿Qué tipo de gobierno tenemos? Somos débiles, mucha gente muere de hambre", lamentó.
"Escondieron toda esta comida desde el inicio del confinamiento (a finales de marzo). Todos los precios aumentaron. ¿Cómo hacemos para sobrevivir?", declaró Mohamed Ibrahim, en la carretera que llevaba al almacén, lleno de sacos en los que había escrito: "No vender. Gobierno de Nigeria".
Suman 56 muertos en protestas contra el gobierno
Un saqueo multitudinario de este tipo ya había bloqueado la ciudad de Ede el viernes y en Calabar fueron atacadas las residencias de dirigentes políticos. El movimiento de contestación que surgió en Lagos desembocó en una multiplicación de saqueos y acciones violentas.
Al menos 56 personas han muerto en Nigeria desde que comenzaran el pasado día 8 las protestas a favor del fin de la violencia policial en el país, 38 de ellas durante la represión militar de este martes en Lagos, confirmó Amnistía Internacional (AI) el viernes.
"La cifra se mantiene en 56", confirmó Isa Sunasi, responsable de medios de AI Nigeria, quien urgió a las fuerzas de seguridad a "actuar con moderación y precaución" y a respetar "el derecho a la libertad de reunión y circulación" de los nigerianos.
Entre el total de víctimas mortales se incluyen manifestantes, al menos 12 perdieron la vida este martes en el distrito de Alausa y la estación de peaje de Lekki, en Lagos, donde militares abrieron fuego contra los congregados-, miembros de las fuerzas de seguridad y matones supuestamente contratados por las autoridades, detalló AI.
La violenta represión del martes se produjo dos semanas después del inicio de estas protestas bajo el lema "End SARS" ("Acabar con SARS"), siglas por las que se conoce al Escuadrón Especial Antirrobo de la Policía nigeriana, ahora ya disuelta, y acusada de arrestos arbitrarios, torturas y asesinatos extrajudiciales.
"La gente quiere sentirse protegida. Los nigerianos quieren desesperadamente el fin de la brutalidad policial", resumió AI sobre el sentimiento general en las calles.
Nigeria, principal productor de petróleo en África, de 200 millones de habitantes, es considerado uno de los países más corruptos en el mundo y ahora atraviesa una profunda crisis social
Desde el ataque a los manifestantes el pasado martes sumaron nuevas voces de condena ante la creciente crisis social que atañe a la nación más populosa de África, con más de 195 millones de personas, la mitad de ellas menor de 18 años, hastiadas de la alta tasa de desempleo, la corrupción y la creciente inseguridad, sobre todo, en el norte del país.
Condena internacional por la represión
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, el jueves condenó "enérgicamente los incidentes de fuerzas militares que dispararon contra manifestantes desarmados en Lagos. Los involucrados deben rendir cuentas ante la ley".
Igualmente, el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Moussa Faki, reprobó la violencia contra los manifestantes e instó a los "actores políticos y sociales" a "respetar los derechos humanos y el Estado de derecho".
Además, la UA, tras haber sido acusada de guardar silencio por grupos pro derechos humanos, alabó la disolución del Escuadrón Especial Antirrobo (SARS) y pidió que los responsables de actos violentos rindan cuentas ante la Justicia.
La indignación se ha extendido también por la rica esfera cultural de Nigeria, con voces tan sonadas como de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie o la del Nobel de Literatura, Wole Soyinka, pronunciándose al respecto en sendas columnas de opinión.
"Este movimiento exigió el fin de la brutalidad por parte de todos los cuerpos de seguridad del Estado, centrándose en la notoria unidad conocida como SARS", recapituló Soyinka en un texto publicado anoche titulado "Déjà vu", al exigir la retirada de soldados movilizados en las calles para dispersar las protestas.
"Pero, por supuesto, el SARS simplemente representaba el carácter parasitario de la gobernanza en sí misma y de todas sus ramificaciones", añadió el prestigioso intelectual sobre un movimiento muy vivo respaldado por abogados, grupos feministas, tecnócratas, estudiantes y artistas nigerianos.
dmr