Los suministros de agua y electricidad se restablecieron lentamente el sábado tras el ciclón que azotó varias ciudades en Nueva Zelanda, mientras el número de víctimas fatales llegó a nueve.
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Casi una semana después de que el ciclón Gabrielle golpeara con vientos poderosos y lluvias torrenciales, dejando a su paso inundaciones y deslaves, los esfuerzos de recuperación han apretado el paso.
Roger Ball, director encargado de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias, dijo que el servicio de agua se restableció en la ciudad de Gisborne en la costa este, mientras algunos residentes en la vecina Napier ya tenían electricidad.
"Alrededor del 24 por ciento de las casas (en Napier) ya tienen electricidad y continúa el trabajo urgente para conectar más tan rápido como sea posible", dijo Ball a los periodistas.
Pese a ser una de las naciones más ricas y preparadas para el manejo de terremotos, volcanes y otros desastres naturales, Nueva Zelanda lucha con la escala de los daños que dejó el ciclón.
Comunidades enteras permanecen aisladas, con las autopistas cerradas y las redes de comunicación trabajando con intermitencia.
Las autoridades reportaron que cerca de mil 500 personas permanecen aún en albergues, la mayor parte en la región de Hawke's Bay.
Conforme los socorristas llegan a más casas y comunidades, las cifras del desastre continúan aumentando.
"Sabemos ahora que nueve personas han muerto y nuestros servicios de emergencia temen mucho por otros", dijo Ball.
Funcionarios esperan llegar en las últimas horas del sábado a la mayoría de comunidades que todavía no han sido contactadas.
ledz