Al menos una persona murió y decenas están desaparecidas tras un deslizamiento de tierra el miércoles en una mina de jade en el norte de Birmania, informó un integrante del equipo de rescate.
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Decenas de personas mueren cada año trabajando en la lucrativa y poco regulada industria del jade en Birmania, que suele usar migrantes mal pagados para extraer esta gema muy codiciada en la vecina China. Esta vez la tragedia tuvo lugar en una mina de la ciudad de Hpakant, en el estado de Kachin, cerca de la frontera con China.
Inicialmente los rescatistas dijeron que había unos 70 desaparecidos por el deslizamiento de tierra que se produjo a las 04:00 horas locales, pero luego agregaron que todavía estaban tratando de confirmar esa cifra.
"La búsqueda ha cesado por el momento. Continuaremos mañana cuando la niebla se haya levantado", dijo Ko Jack, de la Organización de Rescate birmana. "Parece que están enterrados. Hace frío aquí y por eso que hemos parado. Pero seguiremos", agregó.
El rescatista Ko Nyi indicó de su lado que 25 personas heridas fueron trasladadas al hospital y se encontró un muerto. Unos 200 socorristas trabajaron para recuperar cuerpos, algunos en botes para buscar posibles cadáveres en un lago cercano, explicó.
El periódico Kachin News dijo de su parte que unos 20 mineros murieron en el siniestro. Según los servicios de incendios, los bomberos de Hpakant y de la localidad vecina de Lone Khin estaban participando en las operaciones de rescate, aunque no ofrecieron ningún balance de víctimas.
Una industria mortal en Birmania
En la pobre y remota región fronteriza de Kachin, de paisaje lunar debido a la explotación de grandes minas, son frecuentes los desprendimientos de tierra. En 2020, las fuertes lluvias del monzón provocaron el peor accidente registrado de esta naturaleza, con 300 mineros engullidos por un deslizamiento en el macizo de Hpakant, el corazón de la industria birmana del jade.
El comercio de este preciosa piedra verde genera más de 30 mil millones de dólares anuales, casi la mitad del Producto Interior Bruto del país, y cada vez está más vinculado a actividades ilícitas como tráfico de drogas y armas.
Una parte muy escasa de este maná financiero termina en las arcas del Estado birmano, dado que la mayoría del jade de calidad es enviado por contrabando a China, donde la demanda de esta gema símbolo de la prosperidad es insaciable.
En cambio, este comercio genera importantes ingresos para los militares, autores de un golpe de Estado en febrero, que controlan el acceso a la región de Hpakant desde comienzos de 1990 y gestionan numerosas minas.
Otro actor ineludible en el sector es el Ejército de Independencia de Kachin, una facción rebelde en combate desde hace décadas con los militares que también busca beneficiarse de este recurso.
La lucha por hacerse con este sector se recrudeció con el golpe militar y ha atrapado a los comerciantes de jade, forzados a seguir trabajando por el ejército pese al riesgo de ataques rebeldes. Las esperanzas de una reforma del sector iniciadas por el gobierno de Aung San Suu Kyi quedaron truncadas por el alzamiento militar de febrero, indicó en un informe este año la organización Global Witness.
dmr