Con casco protector, Yang Feiyue se coloca un arnés para luego lanzar una cuerda sobre la baranda de una pasarela acristalada, adosada a las pendientes del Monte Tianmen, en Zhangjiajie, al centro de China.
"¿Miedo? ¡No, estoy habituado!", afirma con aplomo el recolector de 48 años, con chaqueta naranja y una bolsa de basura negra sobre la espalda, antes de franquear la barandilla para realizar un descenso vertiginoso de decenas de metros.
Los apodados "recolectores Spiderman", que están colgados sobre el vacío a 400 metros de altura, estos recolectores se descuelgan en rapel por los acantilados de una montaña en China para recolectar los desechos arrojados por turistas desaprensivos.
Yang Feiyue extrae con paciencia residuos atascados en el acantilado. Su único seguro de vida: una cuerda, sujetada con firmeza por sus colegas que quedaron en la pasarela, y atada a unos ganchos inscrustados en la roca.
"Recuperé botellas de agua, pequeñas bolsas, pañuelos. Cuando llueve, contamos con capotes desechables", precisa Yang, tras ser remontado por la fuerza de los brazos de sus compañeros, transmitida a través de un sistema de poleas. "Con la pandemia, ahora también encontramos cubrebocas".
El covid-19 ha sido contenido en buena parte de China desde abril y mayo y la vida vuelve a su curso habitual. Pero, muchos chinos continúan portando cubrebocas protectoras, inclusive en plena naturaleza.
"Al comienzo, me dolían tanto las manos tras una jornada de trabajo, al punto que no podía sostener los palillos para comer. Ahora toda va mucho mejor", afirma Yang Feiyue con su sonrisa.
Su equipo de recolectores fue creado en 2010 por los gestores del Monte Tianmen, con ese fin, precisamente, recuperar la basura acumulada en los acantilados.
Los medios de información locales los bautizaron los "recolectores spiderman", haciendo referencia al superhéroe de Marvel, que es reconocido ampliamente en el mundo por su influencia cultural.
"Es un apodo que nos gusta, sí, absolutamente", confiesa Yang, quien ya ha recogido junto a sus colegas unas dos toneladas de basura en lo que va de 2020.
Las áreas turísticas chinas, inclusive en la montaña, cuentan con muchos puestos y tiendas de comestibles que venden sobre todo dulces, bebidas y helados. Muchos productos cuyos embalajes probablemente terminen contaminando la naturaleza.
La conciencia medioambiental va integrándose a veces lentamente entre muchos ciudadanos chinos, por lo que es común ver turistas arrojando sus desechos al suelo.
No obstante, la situación empieza a cambiar gracias a campañas de sensibilización en las escuelas, en medios de comunicación, la proliferación de recipientes para desechos reciclables en espacios públicos y la implantación de la clasificación selectiva de la basura en las grandes ciudades.
"Desde hace 10 años, hay cada vez menos desechos. Antes, nuestros recolectores 'spiderman' recogían unas 5 toneladas al año". Ahora, mucha gente lleva consigo una bolsa para guardar la basura antes de tirarla en los cubos", explicó.
El año pasado, el monte acogió a 4.7 millones de visitantes. Pero, por supuesto mucho menos en 2020 a causa de la pandemia, solamente 1.9 millones entre enero y noviembre. Contaminación o no, Yang Feiyue afirma estar dispuesto a descender por la ladera de la montaña en tanto sea necesario.
"Trabajamos por la belleza del lugar. ¡Por lo tanto, no me molesta tener que trabajar un poco!", afrimó.
dmr