La bocina del tren resuena, e instantáneamente los toldos de este mercado cercano a Bangkok se pliegan uno tras otro para dejar pasar al convoy que roza a los transeúntes y a los puestos de fruta y verdura. Seis veces al día, el ritual se repite en el famoso mercado de las vías del tren de Maeklong, popular entre los lugareños y los turistas extranjeros.
Lejos de ser el único en Tailandia, este mercado se convirtió a pesar de todo en uno de los más populares, con sus cientos de pequeños comerciantes instalados en un tramo de 500 metros, vendiendo de todo, desde productos frescos o ropa hasta souvenirs.
"Aunque pueda parecer arriesgado y peligroso, no lo es", declaró Samorn Armasiri, vendedora de frutas y verduras.
Su puesto está en manos de su familia desde los años 1970, y dice que jamás fue testigo de un accidente.
"Cuando un tren se acerca, el conductor hace sonar la bocina y recogemos todas nuestras cosas. Todo el mundo conoce bien el procedimiento", asegura.
Ingeniosamente montados sobre ruedas, los puestos se deslizan de cada lado de los raíles y los vagones pasan literalmente por encima de las bolsas de lechuga, de jengibre o de pimientos cuidadosamente recogidas cerca de las vías.
Convertido con el tiempo en uno de los lugares más "instagrameados" de la región, el mercado fue duramente golpeado por la pandemia y la desaparición de los turistas internacionales durante casi dos años. Ahora que el reino levantó todas las restricciones de entrada relacionadas con el covid-19, el turismo se reanudó.
"Fue una locura, vibrante", declaró Ella Mc Donald, una australiana maravillada por el caos organizado. "Ver un tren tan grande pasar por un espacio tan pequeño es una experiencia única. Nunca vi nada igual en otro lugar del mundo".
Para los comerciantes del mercado, el retorno de los turistas es una bendición, aunque todavía tímida, especialmente porque los chinos aún no pueden salir de su país.
"Durante el covid, apenas ganaba suficiente para pagar a mi personal. Vendía 10 pescados al día", declaró Somporn Thathom, que tiene su puesto desde 1988. "Me gasté todos mis ahorros... y tuve que pedir un préstamo al banco", explicó.
La autenticidad del mercado es la clave de su éxito, considera Charoen Charoenpun, jefe de la estación de Maeklong.
"No es un producto fabricado. No está construido para los turistas", declaró. "Los turistas, cuando vienen, pueden ver la tradición y la cultura de la población local de la región de Samut Songkhram.
Lo que más me gustó, fue ver a los vendedores del mercado empacar en cuanto pasa el tren", declaró William, de 8 años, cautivado por este sorprendente espectáculo.
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