«Aquí no se ve rastro del virus»

La Gran Muralla

China reabre con restricciones, controles de temperatura y sin extranjeros.

Turistas pasean protegidos con mascarillas en la Gran Muralla china, la única que ha reabierto tras el coronavirus. (Lucas de la Cal)
El Mundo MX
LUCAS DE LA CAL / Pekín /

El viaje comienza en la estación de Deshengmen, al norte de Pekín. Apenas quedan un par de asientos libres en el bus 877, que va directo a la Gran Muralla. Es el primer fin de semana que abre sus puertas desde que el coronavirus obligara a cerrarla el 25 de enero. Aunque por ahora sólo se puede subir a la parte restaurada, la de Badaling, a 60 kilómetros de la capital. El baoan –vigilante– del autobús toma la temperatura a cada pasajero y pide que se abran todas las ventanillas para ventilar. También obliga a escanear un código QR para descargar una aplicación en la que hay que introducir varios datos personales y chequear de nuevo la temperatura para recibir un código verde que confirma que uno está sano. Por si acaso, está prohibido quitarse la mascarilla.

Camino a la frontera norte del antiguo imperio chino, se vislumbran las flores primaverales en los cerezos de Pekín. Atrás ha quedado aquella megaurbe gris y vacía de hace unas semanas. «Ya todo está volviendo a la normalidad. Tanto que incluso podemos hacer algo de turismo. Lo necesitábamos», explica Lucrezia desde la cuarta fila del autobús. En realidad, su nombre es Yuan Yuan, pero cuando empezó a trabajar para una empresa italiana que exporta vinos a China y a otros países asiáticos, su jefe le dio una lista con varios nombres italianos para que escogiera.

El trayecto hasta la Gran Muralla dura poco más de una hora. Da tiempo para conversar sobre cuál ha sido la receta china para frenar al Covid19. Recordemos que hace días que no hay ningún nuevo caso de contagio local. «Cerrar ciudades y aislar a millones de personas ha funcionado. Ha sido duro, pero era la única forma. Una pena que otros países, con todo el tiempo que han tenido para actuar, no hayan aprendido de China», cuenta esta joven de 27 años. Pequeñas ráfagas de viento dan la bienvenida a la Gran Muralla, a la sección de Badaling, que se extiende 7,6 kilómetros por las crestas de las montañas. El paisaje de una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo es espectacular. Como lo es ver una cola de personas aguardando con su ticket para entrar. Una aglomeración de gente que no se veía desde hace mucho tiempo. Síntoma de que el mensaje de que la pandemia está controlada en China ha calado.

Aunque algunas restricciones continúan. Por ejemplo, según ha contado la agencia Efe, en esta imponente fortificación –Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1987–, no podrán acceder más de 20.000 personas al día. Y aún queda pendiente abrir las otras nueve secciones que suman más de 6.000 kilómetros.

Durante el paseo, entre las miles de personas que recorren la muralla, llama la atención que no haya ningún turista extranjero. Todos son ciudadanos chinos. «A mí también me sorprende», opina Gao, un joven que tuvo que pasar una cuarentena de 14 días en la capital tras tener algunos síntomas del coronavirus. «Quizás es por lo de los casos importados de otros países». Gao se refiere a los viajeros que han entrado en China en las últimas semanas y que han dado positivo. De todos modos, desde Pekín ya han echado también el cerrojo a este problema: desde el pasado fin de semana ningún extranjero puede entrar en China salvo que tenga el pasaporte diplomático.

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