En diciembre de 2023, un grupo de hombres y mujeres de la tercera edad, originarios de Estados Unidos y de otros países de América –quienes algún día fueron migrantes–, decidieron construir un campamento en medio del desierto de Arizona con un sólo propósito: dar ayuda humanitaria a los indocumentados que buscaban asilo.
Con palos, lonas, telas, bases y baños portátiles levantaron el campamento que se convertiría en un espacio seguro para los migrantes en su travesía rumbo a Estados Unidos.
Sin importar su edad, algunos tenían casi 80 años, los samaritanos se instalaron en la zona y levantaron la basura, quitaron la hierba y rocas para colocar el campamento. Mientras realizaban estas labores, los abogados, enfermeras y profesores recordaban su travesía como migrantes y los sueños que en algún momento tuvieron cuando llegaron a Estados Unidos, los cuales no eran distintos a los de los indocumentados que veían diariamente: mejorar sus condiciones de vida.
Una vez construido el campamento, los samaritanos se trasladaron diariamente al desierto, para ser exactos a 33 kilómetros de la frontera entre México y Estados Unidos, para brindar agua, comida, medicamentos y estancia temporal a hombres, mujeres, niños y adolescentes.
Diariamente entre 300 y 400 migrantes visitan el campamento; ataviados de heridas, cansancio, deshidratación, ampollas en los pies y diversos problemas de salud.
"Antes del campamento algunas veces las personas migrantes estaban sin cobijas, sin comida, sin nada; entonces comenzó la construcción en la que se ayuda a nuestros hermanos", contó a MILENIO Christina Stuart, maestra y una de las tres voluntarias que se encarga de uno de los turnos del campamento.
Ayuda humanitaria crece con Médicos Sin Fronteras
Debido a la afluencia de migrantes y a las heridas que estos presentaban, los voluntarios solicitaron a la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) apoyo de profesionales de la salud y tras un largo proceso llegó al campamento la doctora Belén Ramírez.
"Para que el proyecto de MSF ingresara a Estados Unidos tomó un poco de tiempo, pues necesitábamos permisos del gobierno, y ahí estuvimos trabajando para llegar a apoyar a los voluntarios de este campamento", dijo la mujer originaria de Paraguay, quien estuvo en la zona de abril a julio de este año.
"Se les dio ayuda psicológica, médica, y alimentaria. Todo para que ellos pudieran recuperar la fuerza que habían perdido en su trayecto de sus países hacía Estados Unidos. Una de las frases que les decíamos era 'que ya no caminaran', porque si seguían su cuerpo no soportaría el esfuerzo", comentó.
Menores de edad, historias que marcaron la estancia de Belén
Belén Ramírez aseguró que entre los casos que más marcaron su estancia fueron los de los menores de edad que llegaban sin compañía, por lo que siempre los procuraba.
Una tarde cuando Belén se encontraba en el campamento, en medio de altas temperaturas en el desierto, llegó un joven de 16 años, quien presentaba deshidratación, cansancio y debilidad tras un largo camino. Abdul- como llamaremos al chico para mantener su anonimato- era originario de Bangladesh y tuvo que cruzar más de siete países para llegar a Estados Unidos.
Pese a no hablar el mismo idioma, Abdul y Belén lograron comunicarse con algunos mensajes escritos; así fue como la doctora conoció la historia del joven, a quien le dio agua y le hizo una revisión médica para ver en qué condiciones se encontraba.
Otra tarde durante la estancia de Belén, llegó un grupo de migrantes entre quienes se encontraba un niño de cinco años. El pequeño tenía únicamente como equipaje una mochila de spiderman y un papel doblado con el número de su madre que se encontraba en Estados Unidos. La doctora, al ver el número le preguntó de quién era, a lo que el menor respondió: "de mi mamá; es para el policía".
Belén tomó su celular e hizo una videollamada con la madre del pequeño. “"Mami, mami", fueron las primeras palabras que pronunció el menor tras verla en la pantalla.
El último paso para lograr el asilo en Estados Unidos
Una vez en el campamento, los migrantes retoman el aliento en las camas portátiles, en las que descansan mientras toman agua y comen lo que les dan los samaritanos.
En otra zona del campamento están los especialistas dando servicio médico a quienes llegan n condiciones desfavorables, y así es como trascurre la tarde en el campamento, a la espera de la Patrulla Fronteriza que lleva a los migrantes ante las para que justifique su solicitud de asilo.
Al llegar la Patrulla, los migrantes se levantan de las camas, toman sus escasas pertenencias y sus sueños para subir al vehículo y partir con las autoridades.
En ese momento los samaritanos y Belén sabían que habían cumplido su trabajo y veían cómo los migrantes partían, sin antes agradecerles todo su apoyo.
Para ayudar al campamento, así como para conocer su trabajo, se puede ingresar a su portal y contactar a los integrantes e impulsores de sueños de los migrantes.
HCM