Este 20 de octubre se cumplen 10 años del cese de la actividad armada de la banda terrorista vasca ETA, que supuso el fin de la violencia 53 años después de su fundación, y con 829 víctimas mortales a sus espaldas.
El que fuera presidente de España en esos momentos, José Luis Rodríguez Zapatero, reconocía entonces que “fue un triunfo definitivo y sin condiciones del estado de derecho”.
Mucho antes, había pedido autorización expresa al Parlamento para negociar con los terroristas. Lo habían hecho Felipe González y José María Aznar, pero sin focos, sin anuncios y sin aval parlamentario.
Zapatero anunció públicamente, y con una cierta solemnidad en una dependencia del Congreso, la decisión del gobierno de iniciar el proceso, exactamente el 29 de junio de 2006.
Anticipó que el proceso de negociación con los terroristas iba a ser “largo, duro y difícil”. Lo cual se cumplió, pero se perseveró y el día llegó.
“Fue el más intenso en emociones de los que recuerdo como responsable político”, reconoció el expresidente español.
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Ahora lo que queda de la banda terrorista se reduce a una veintena de huidos y 184 presos en cárceles españolas, 73 de ellos acercados ya al País Vasco, gracias a la decisión de poner fin a la política de dispersión por el gobierno de Pedro Sánchez.
El actual presidente también ha cedido en este tiempo la competencia de prisiones al Ejecutivo vasco y aceptado al partido vasco EH Bildu como uno de los socios parlamentarios.
Arnaldo Otegi sigue siendo hoy el líder de la izquierda abertzale (independentista), como hace 10 años, aunque entonces estaba en prisión por tratar de reconstruir la ilegalizada Batasuna siguiendo las órdenes de ETA.
Hace un par de días Otegui declaró sentir el dolor de las víctimas y aseguró que eso “nunca debió ocurrir”, un gesto que le fue tomado en cuenta por el gobierno del presidente Sánchez, no así por el conservador Partido Popular.
Transcurrida una década de aquel comunicado leído por tres encapuchados de ETA solicitando “un diálogo directo” con el gobierno para resolver las “consecuencias del conflicto”, en alusión a los presos que, en 2011 sumaban 595 en España y otros 140 en Francia, y los etarras en la clandestinidad, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado mantienen la búsqueda sobre una veintena de huidos, la mayoría en Venezuela, según fuentes de la lucha antiterrorista.
La banda terrorista ETA concentró sus atentados más sangrientos en la década de los años 80, con acciones especialmente cruentas como el atentado en el supermercado Hipercor en Barcelona y que acabó con la vida de 21 personas, con la Guardia Civil y los militares en el punto de mira de los atentados que buscaban mayor número de víctimas.
La acción más sangrienta en la historia de ETA fue precisamente en el atentado de Hipercor en Barcelona perpetrado el 19 de junio de 1987. Acabó con la vida de 21 personas, entre ellas cuatro niños, y causó heridas de distinta gravedad a otras 45.
El 23 de octubre de 1989, la Audiencia Nacional impuso una pena de 794 años de cárcel para cada uno de los dos etarras autores de la matanza, Domingo Troitiño y Josefa Ernaga.
El etarra más buscado por su simbolismo como antiguo jefe de ETA y su papel en las negociaciones con el Gobierno fue José Antonio Urrutikoetxea, “Josu Ternera”.
Su nombre se tachó de la lista de los huidos al ser detenido en una operación de la Guardia Civil en mayo de 2019 en los Alpes franceses. Ahora está pendiente de su extradición, reclamado por la Justicia española por, entre otros, el atentado de la casa cuartel de Zaragoza.
Desarmada, maniatada por las policías de España y Francia, con sus líderes peleados entre ellos, hace 10 la banda terrorista ETA ponía fin a su lucha armada, pero sin el perdón por tanto dolor ocasionado no solamente en el País Vasco sino en toda España y en Francia, donde los etarras también asesinaron.
scsa