Cuando Barbara Bush se dirigía a la Casa Blanca junto al presidente George H. W. Bush, que acababa de jurar el cargo, la primera dama hizo algo curioso: Se acercó a un reportero y le dio un beso en la mejilla. Muchos años después reveló que no lo conocía, pero que tenía una mirada tan alegre que quiso saludarlo.
Esta forma de ser segura de sí misma, espontánea y cariñosa hizo que Barbara Pierce Bush encarnara el lado más humano del gobierno de su marido. Su pelo blanco, la cadena de perlas que casi siempre llevaba y su trato cálido y nada pretencioso hizo que se ganara rápidamente el apodo de "la abuela de Estados Unidos". Bush murió hoy a los 92 años.
Hija de un editor de revistas millonario de una pequeña ciudad del estado de Nueva York, Barbara tenía 16 años cuando conoció a su futuro marido en un baile. Ambos se comprometieron poco antes de que él se marchara a luchar como piloto de aviones en la Segunda Guerra Mundial, y se casaron en el último año de la contienda, en 1945, cuando fue derribado en el Pacífico y volvió a casa. Ella dejó entonces sus estudios en el renombrado Smith College del estado de Massachusetts.
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A partir de entonces dedicó todas sus fuerzas y su tiempo a la familia y los objetivos políticos de su marido. Siguió a George en innumerables mudanzas por todo el mundo, ya que él se desempeñó como embajador ante la ONU, diplomático en China y director de la CIA antes de llegar a presidente en 1988.
Nunca tiñó su cabello, que se volvió prematuramente blanco, y renunció al glamour a lo Jacqueline Kennedy. No fue hasta su llegada a la Casa Blanca que empezó a poner más atención al aspecto estético y comenzó a hacer deporte, se compró elegantes vestidos de noche y se hacía peinar varias veces a la semana.
De los debates políticos controvertidos prefería quedarse al margen, pero su influencia fue mucho más allá de la creación de un jardín de rosas en la Casa Blanca: Bush se comprometió en proyectos sociales como la lucha a favor de personas sin techo y enfermos de sida. En un hospital para pacientes con cáncer lavaba a los enfermos y se ocupaba de los moribundos. Y como primera dama se dedicó a promover que aprendieran a leer y a escribir los adultos analfabetos.
En 1984 escribió un libro infantil sobre su familia desde la perspectiva de su perro Fred, y en 1990 le siguió otro, "Millie's Book", en el que su perra Millie contaba cómo era un día en la Casa Blanca. Los dos se convirtieron en bestsellers.
Madre de seis hijos, de los que uno murió de leucemia con tres años, Barbara crió a una generación de políticos que siguen destacando en el Partido Republicano hasta hoy: George W. Bush siguió los pasos de su padre y 12 años después se convirtió en presidente. En su toma de posesión el orgullo se leía en el rostro de su madre.
A su vez, Jeb Bush fue gobernador de Florida y precandidato a la Presidencia. Al principio su madre dijo que ya había habido suficientes Bush en la Casa Blanca, pero después lo apoyó. Durante la precampaña participó en un acto a principios de 2016 pese a su avanzada edad y pidió el voto por su hijo. Imágenes de la televisión la mostraron saliendo del evento apoyada en un andador sobre una gruesa capa de nieve.
Aunque Jeb Bush era favorito al principio, se convirtió en blanco de los ataques del actual presidente, Donald Trump, y cayó en las encuestas. Barbara Bush declaró en una entrevista la poca simpatía que le despertaba Trump. Nunca dice cómo va a resolver los problemas, solamente ofende y ha dicho cosas terribles sobre las mujeres, aseguró.
Barbara Bush siempre se mantuvo fiel a su papel conservador. En 1990 hubo un incidente a causa de ello cuando 150 jóvenes del Wellesley College, cerca de Boston, se manifestaron en contra de que ella pronunciara el discurso de su graduación porque consideraban que el haber interrumpido sus estudios y su vida como esposa de un hombre de éxito no encajaban en su modelo de mujer.
Finalmente la ex primera dama pronunció el discurso y les respondió a su manera: "Al final de sus vidas no lamentarán no haber aprobado otro examen, no haber ganado otro juicio o cerrado otro importante trato. Lamentarán el tiempo que no pasaron con sus maridos, sus hijos, amigos o padres". Para los estadunidenses de mayor edad, ella siempre fue su ejemplo.
Su papel como una mujer protectora y modesta encajaba con las aspiraciones políticas de su marido, que sin embargo perdió la reelección porque el presidente número 41 apenas tenía un 37 por ciento de simpatías en las encuestas, frente al 74 por ciento de Barbara.
Fueron inolvidables los encuentros de Barbara Bush con la "primera dama" soviética al final de la Guerra Fría. A diferencia de lo ocurrido con Nancy Reagan, Bush supo ser cálida con la mujer del ex jefe de Estado y de partido Mijail Gorbachov. Cuando Raissa Gorbachov incluso congenió con Millie en una reunión en 1990, Barbara dijo encantada: "Fue una maravillosa visita en la que refrescamos nuestra vieja amistad".
jamj