Tres sargentos de la Guardia Nacional de Venezuela desertaron entre la noche del sábado y el domingo y cruzaron a territorio brasileño, donde piensan pedir asilo político.
"Dejamos nuestra familia, lo dejamos todo. Tengo miedo (a represalias), pero Dios es grande y poderoso, en algún momento todo esto se va a acabar. Todo tiene su final, nada dura para siempre (...) Damos las gracias al Ejército brasileño y a la ONU, que nos aceptó en este momento”.
“¿Qué estamos defendiendo nosotros? Nosotros mismos ya no entendemos qué lealtad podemos tener a ese gobierno", dice Jean Carlos César Parra, de 33 años, que pidió ponerse en contacto con los decenas de compañeros que desertaron por el lado de Colombia.
César entró en Brasil la noche del sábado acompañado de Jorge Luis González Romero, de 27 años. Los dos cruzaron a pie por la carretera principal, poco después de que manifestantes venezolanos en la frontera quemaran un puesto y dos camionetas que los militares tenían a pocos metros de la línea que separa los dos países, como represalia por el bloqueo a la entrada de ayuda humanitaria.
Los dos explicaron que la orden de sus superiores era que "nadie" cruzara la frontera, pero dijeron no conocer los detalles sobre los militares que dispararon contra los civiles que querían abrir paso para que entrara la ayuda del exterior. También remarcaron que sólo reconocen al presidente encargado, Juan Guaidó.
Un tercer sargento, Carlos Eduardo Zapata, llegó la tarde del domingo después de andar durante una hora por senderos para esquivar el bloqueo de la frontera. Antes incluso de hablar con los militares brasileños que le recibieron al otro lado, hizo un llamado al resto de militares venezolanos.
"Si ellos no pueden hacer nada a Venezuela que se vayan a Colombia o que vengan a Brasil, pero no seamos un tropiezo para otros compañeros. Les estamos pidiendo que se vengan y que se pongan del lado del pueblo, porque el pueblo está pasando hambre".
Los tres desertores aseguraron que los altos mandos militares siguen fieles a Maduro, pero esperan que ese apoyo se vaya erosionando con el paso del tiempo. De momento, los tres y otros que vayan llegando permanecerán en Pacaraima, en albergues de la 'Operación Acogida' que el gobierno brasileño puso en marcha el año pasado para recibir al enorme flujo de inmigrantes que dejan atrás el país caribeño.
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Según los militares brasileños, los representantes de ACNUR que actúan en la zona les asesorarán sobre su nueva condición legal.
La situación en la frontera brasileña sigue tensa. Por la tarde, manifestantes atacaron a pedradas a los militares venezolanos que siguen cerrando la frontera, y éstos reaccionaron lanzando bombas de gas lacrimógeno. Para evitar más tumultos, agentes de la Fuerza Nacional de Brasil acordonaron la zona y desplazaron a los curiosos unos metros más hacia dentro del territorio brasileño.
Gracias a eso se evitaron males mayores; poco después llegó a la frontera un grupo de unos mil chavistas, que, desde lejos, intercambiaron provocaciones con los venezolanos que estaban en el lado brasileño. Los simpatizantes de Maduro cantaron el himno y volvieron a izar la bandera en la línea fronteriza, después de que el sábado la arrancaran los manifestantes más exaltados partidarios de la ayuda humanitaria.
Si en el lado brasileño el ambiente es de calma tensa, al otro lado cunde la desesperación. A escasos 15 kilómetros, en Santa Elena de Uairén, se vivieron el sábado los enfrentamientos más graves entre el Ejército de Maduro y la población civil que intentaba acercarse a la frontera para abrir paso a la ayuda humanitaria.
El alcalde de esta pequeña ciudad de 10 mil habitantes, Pedro González, cruzó este domingo por los senderos al lado brasileño para relatar el baño de sangre que está viviendo la región. "Estamos manejando 25 muertos aproximadamente, 84 heridos.
Lo que pasa es que el hospital no lo controlamos nosotros, lo están controlando ellos (los chavistas). Los que han caído los suben a las tanquetas y luego los llevan al Escamoto (una base militar), por eso no manejamos la cifra general".
EL MUNDO no pudo contrastar la cifra ofrecida por el alcalde, pero varios testimonios de la ciudad aseguran que una tanqueta del Ejército habría arremetido de forma indiscriminada contra civiles la tarde del sábado, y los ataques habrían continuado durante el domingo. Por el momento, no obstante, sólo hay dos muertos confirmados, dos indígenas pemones que murieron el sábado.
Con los hospitales bajo mínimos, todos los venezolanos heridos por arma de fuego son atendidos en el lado brasileño. En las últimas 36 horas Brasil recibió a 18 pacientes en estado grave. El hospital de Boa Vista, a 215 kilómetros de la frontera, ya está colapsado.
El gobierno del estado brasileño de Roraima, uno de los más pobres de Brasil, decretó este domingo el estado de calamidad.
"Ya teníamos una situación crítica en el sector de salud de Roraima. A partir de los conflictos en Venezuela, ese problema se agravó. Aquí en el hospital general de Roraima, en los últimos días, atendimos adecenas de venezolanos heridos por armas de fuego y casi todos tuvieron que pasar por cirugía. No sabemos lo que puede pasar a partir de ahora y nos estamos previniendo, para no dejar a nadie desasistido", expresó en un comunicado el gobernador de Roraima, Antonio Denarium.
jos