Bushmeat, consumo sin control sanitario de animales silvestres, llega a España

Suiza, Francia, Estados Unidos y España han interceptado maletas con carne de animales como monos, loros, caimanes y tucanes; el caso más reciente ocurrió en Barajas, España. 

La Guardia Civil española interceptó una maleta que contenía carne de mono, tucán y armadillo.
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Con casos detectados en Suiza, Francia, Estados Unidos y recientemente en España, el bushmeat es el consumo de carne de animales silvestres, algunos protegidos como monos, tucanes o armadillos, sin contar con un previo control sanitario.

El sábado pasado, la Guardia Civil española interceptó una maleta en Barajas de una pasajera proveniente de Guinea Ecuatorial que albergaba algunos animales muertos, eviscerados, pelados y envueltos en ropa.

La viajera portaba un primate y dos pangolines, según explicó Alberto Madero, comandante del Servicio de Protección de la Naturaleza.

Francia ha localizado más equipajes con este particular contenido. Autoridades han realizado en el aeropuerto parisino de Charles De Gaulle una inspección aleatoria entre los pasajeros de diferentes vuelos elegidos previamente. Resultado: los 134 pasajeros a los que se abrió el equipaje portaban 188 kilos de «bushmeat».

En la Guayana Francesa también se interceptaron recientemente dos envíos de esta naturaleza y se encontraron 500 kilos de carne silvestre (monos, loros, caimanes, tucanes...) procedentes del país limítrofe Surinam.

Los investigadores son conscientes de que estas carnes forman parte de la dieta diaria en algunas culturas y que la emigración a otros países de esos nacionales ha introducido la problemática en los territorios de destino. Así, es frecuente que cuando los emigrantes viajan a su país de origen para visitar a la familia, aprovechen para volver a su residencia con su maletas repletas de estas carnes.

Y ello conlleva una doble problemática. El primer problema tiene que ver con la seguridad alimentaria, toda vez que estas carnes no pasan ningún control veterinario y sus consumidores podrían contagiarse de enfermedades trasmitidas por esos animales.

Un segundo problema está relacionado con la protección de especies que, en muchos casos, están a punto de extinguirse, por lo cual el que transporta esa carne puede incurrir en un delito contra la fauna.

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