Wilhelmina Lancaster fue una monja que murió a los 95 años de edad en una comunidad rural de Misuri, Estados Unidos. La enterraron en la misma iglesia donde sirvió, sin embalsamarla, pero al exhumarla cuatro años después descubrieron que no tenía signos de descomposición, de acuerdo con la Agencia Católica de Noticias.
Wilhelmina descansaba en un modesto ataúd de madera en el patio de la congregación, desde su muerte en 2019, pero decidieron transferir sus restos a la capilla del monasterio Benedictinos de María Reyna de los Apóstoles; y al desenterrarla encontraron su cuerpo prácticamente momificado, a pesar de que no se le aplicó ningún tratamiento.
El hallazgo llamó la atención y fue difundido con rapidez entre los seguidores católicos, quienes han viajado largas distancias para atestiguar lo que consideran un milagro. Los visitantes hacen oración en la tumba de Lancaster, junto a su lápida, donde pueden observar el cadáver a través de un hoyo en el piso.
La diócesis de Kansas City en Joseph anunció que investigará exhaustivamente el caso, pues tiene relevancia dentro del catolicismo ya que la aparente inmunidad a la putrefacción puede ser un indicio de cualidades divinas, de acuerdo con su fe.
Sin embargo, algunos científicos explicaron que el fenómeno no es tan extraordinario como lo presentan, pues la descomposición de un organismo depende de factores climatológicos y de la composición del suelo. En este caso, podría deberse a las condiciones en las que fue enterrada, y a que su deceso tiene poco tiempo.
De cualquier modo, multitudes de personas llegan a la iglesia para presenciar el estado de la hermana Wilhelmina, rendirle culto y ofrecer sus respetos.
SNGZ