Salieron de sus comunidades en busca del sueño americano. Estos chefs mexicanos han sorprendido a los comensales de Nueva York con el trabajo rudo que les toca hacer.
Detrás de cada platillo bien ejecutado, hay una historia detrás que los llevo a ser considerados valiosos cocineros pues a todo le ponen un puño y medio de ganas, mucho corazón y una pizca de gracia. Así ponen en alto el nombre de México.
Víctor Pérez, 42 años, originario de Tehuacán, Puebla
Actualmente es chef en Il Mulino, uno de los restaurantes italianos con más de 35 años de excelencia culinaria y aclamado en la unión americana; ubicado en una de las esquinas más icónicas de SoHo, el distrito de la moda en Nueva York, ofrece una experiencia exquisita.
“En Il Mulino tengo 10 años trabajando. Empecé en otros restaurantes italianos en el área y de ahí fui agarrando conocimiento y por medio de amigos italianos empecé a elevarme. Fue toda una experiencia”, cuenta.
Una experiencia que no fue nada fácil cuando llegó hace 21 años, pues confiesa que no cocinaba absolutamente nada.
“Cero, la necesidad me hizo aprender a cocinar. Lo más difícil fue la cruzada, tres días y dos noches en el desierto de Arizona. Iba con dos amigos, en el grupo íbamos 70 personas pero solo logramos cruzar unas 30 personas. Nos correteó la migra dos veces pero estaba yo chamaco y no me alcanzó. Me cobraron 1,800 dólares, estaba barato en aquel tiempo”, recuerda.
Estar en la Gran Manzana le causó un gran impacto tras notar que era una ciudad donde rápidamente se podía generar dinero y como cualquier migrante que recien llega, empezó limpiando baños, pero tenía la ambición suficiente para superarse.
La preparación de sus platillos como las costillas de cordero, el branzino o la picatta de ternera al limón, ha cautivado el paladar de famosos como el pelotero de los Yankees, Alex Rodríguez; Will Smith y su familia, Maná y Ricardo Arjona, por mencionar algunos.
“Mi mayor consejo para cualquier mexicano que llega a Estados Unidos es que aprenda el idioma y un oficio para que pueda sobresalir. No se puede ser conformista y quedarse siempre de lavaplatos, los mexicanos no podemos ser del montón. Hay que perder el miedo”, advierte.
Víctor trabaja 10 horas al día y asegura que cuenta con la libertad de experimentar con los platillos aunque hay un menú que no se puede cambiar, sin embargo prepara de todo; pasta fresca, comida de mar y cortes de carne selectos con presentaciones extraordinarias.
“Es un lugar muy competitivo porque hay muchos restaurantes buenos y hay que estar a ese mismo nivel, hay mucha moda, comensales con dinero y siento la satisfacción de saber de dónde vengo y lo que he logrado. En mi pueblo batallaba para comer y ahora me siento agradecido. Los mexicanos somos buenos y no nos dejamos, somos capaces de hacer cualquier cosa que nos pongan”.
Aunque para este chef, Estados Unidos ha sido símbolo de superación, afirma que tiene ganas de volver a México una vez que su hija menor cumpla la mayoría de edad. “estoy consciente de que en este país con los años nos volvemos desechables “, agregó.
Óscar Martínez, 40 años, oriundo de Toluca, Estado de México
Llegó hace 16 años a Nueva York y actualmente es chef en Pardon My French, un restaurante ubicado en el East Village de Manhattan, con un estilo retro que ofrece platillos típicos de bistró francés y vinos.
Su especialidad culinaria es la cocina francesa entre lo que destacan los caracoles de borgoña, tartar de ternera y el confit de pato.
Confiesa que al principio sufrió discriminación por la barrera del idioma y eso derivó en que no lo tomaran en cuenta, pero su constante esfuerzo y habilidad en la cocina se comenzó fue notoria y sus jefes europeos le enseñaron a profunidad la cocina francesa e italiana.
“No es nada fácil, empecé limpiando restaurantes en las noches y fui escalando, subí a lavaplatos y luego a ensaladero hasta que logré ser chef. Tuve muy buenos maestros y me siento realizado, siento que estoy cumpliendo mis metas, quiero mi propio restaurante, comprarme una casa, estoy en eso”, asegura.
Su empoderamiento en la unión americana ha sido a base de mucho esfuerzo y trabajo. Adicionalmente a su trabajo, recientemente abrió un food truck en en buró de Queens, llamado Antojitos Juanita, en honor a su abuela. Junto con su socio, venden auténtica comida mexicana.
Óscar asegura que para vivir en la Gran Manzana se requiere de por lo menos dos trabajos, acompañado de mucha motivación y disciplina.
“Un trabajo no es suficiente, aquí debes de por lo menos tener dos trabajos. En mi caso pago una renta mensual de 3 mil por un apartamento con dos cuartos, sala y cocina”, explica.
En un futuro, el chef planea regresar a México, una vez que obtenga sus papeles los cuales están en trámite.
“Lo que más me gusta de NY son los ingresos que puedes generar y las oportunidades de trabajo, lo que menos me gusta es el estrés de la ciudad y que no hay mucho tiempo para convivir con la familia”, agregó.
Víctor Martínez, 39 años, originario de Tlapa de Comonfort, Guerrero
Su especialidad es la cocina turca, actualmente trabaja en Wine Escape, un elegante espacio con énfasis en especialidades tradicionales mediterráneas, ubicado a unas cuadras del famoso Times Square.
La marginación en su pueblo lo orilló a migrar a los Estados Unidos cuando tenía 16 años, pues desde pequeño supo lo que era el trabajo.
“Desde niño me tocó trabajar para poder comer. Me vine con un primo, nos agarró migración y logré escapar porque era bueno corriendo. Llegué con la intención de ayudar a mis padres y comprarles una casa”, asegura.
Pasó de comunicarse en dialecto tlapaneco y vender ropa en el corazón de la montaña a dominar el inglés y preparar babaganoush en el centro de Manhattan.
“Al principio no sabía cocinar nada pero aquí uno aprende en lo que le toque y al principio es difícil porque no tienes la experiencia pero con el paso del tiempo uno se acostumbra y encuentra la manera más fácil de trabajar, vas aprendiendo gastronomías diferentes y ahora hago todo con confianza y sin miedo”, cuenta.
Las ganas de superarse de Víctor son grandes, toda vez que en los últimos dos años ha trabajado los siete días de la semana sin excepción.
Aunque extraña sus raíces y la vida en la montaña, el guerrerense dijo no estar seguro de regresar a México y por lo pronto continuará en la ciudad que nunca duerme.
Lo que más le gusta de Nueva York es la diversidad gastronómica y “la facilidad para obtener las cosas. Lo bonito es la multiculturalidad si vienes con mente fuerte y con ganas de hacer algo grande esta ciudad es para ti”.
KR