La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) de este año en Glasgow, en la región de Escocia, en el Reino Unido, en que los líderes del mundo se reúnen para una cuestión de suma importancia para la humanidad: ¿Puede el mundo unirse para enfrentar el enemigo común del sobrecalentamiento global antes de que sea demasiado tarde?
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Las conversaciones que comienzan el domingo en Escocia, y que culminarán hasta el 12, siempre han estado rodeadas de un halo de tensión, pero la pandemia del covid-19 y la consecuente crisis económica, y la reciente crisis energética han puesto más presión si cabe sobre la reunión de dos semanas.
¿Qué es la COP y desde cuándo se realiza?
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se estableció por primera vez en 1992 y entró en vigor en 1994, esto durante las conversaciones sobre el Protocolo de Kioto para preservar la capa de ozono que había sido dañada debido al aumento de la contaminación en las últimas décadas.
La CMNUCC tiene como objetivo estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten al cambio climático, con el fin de garantizar la producción de alimentos y permitir el desarrollo económico sostenible.
A partir de 1995, se realiza una reunión cada año —a excepción del 2020, tras la pandemia de covid-19, y del 2001, cuando se realizó en dos ocasiones— en una ciudad diferente del mundo para revisar los avances de la crisis climática, demoniada la Conferencia de las Partes (COP). La edición de este año en Glasgow es la número 26.
Esta reunión anual tiene como objetivo mantener los esfuerzos de la comunidad internacional para resolver los problemas de la crisis climática, así como debatir los nuevos descubrimientos científicos entorno al sobrecalentamiento global, y examinar las acciones realizadas por las naciones.
Entre los integrantes de la COP están todos los miembros de las Naciones Unidas, así como territorios independientes y estados supranacionales como la Unión Europea. No sólo con esta reunión se ha refrendado el Protocolo de Kioto, sino con ello se buscó crear el Acuerdo de París.
¿Qué ha quedado pendiente en el desarrollo de las COP?
Una de ellas es la promesa de los países ricos de movilizar 100 mil millones de dólares anuales para que los pobres hagan frente al cambio climático probablemente se incumplió en 2020. Las estimaciones de 2019 muestran que apenas se alcanzaron los 80 mil millones.
El fracaso a la hora de cumplir el compromiso alcanzado en 2009 ha provocado una profunda ira y desconfianza entre las naciones pobres, y algunas amenazaron con bloquear cualquier acuerdo hasta que se les proporcionen los fondos.
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No hay una fórmula establecida para determinar cuánto dinero debe aportar cada país a la cifra total, ni cómo. Pero el Instituto de Recursos Mundiales, con sede en Washington, calculó que solo un puñado de naciones ricas, incluyendo Francia, Japón, Noruega, Alemania y Suecia habían realizado una contribución justa. Estados Unidos, Australia y Canadá se quedaron bastante cortos.
Una solución propuesta esta semana es se abonen los miles de millones de dólares por año entre 2021 y 2025, y que el déficit previo se compense con pagos más altos más adelante.
Los países en desarrollo emplearán la reunión para presionar para que la mitad del dinero se destine a proyectos para la adaptación al cambio climático. En la actualidad, la mayor parte del financiamiento se destina a la reducción de las emisiones.
Las naciones pobres insisten también en que es el momento de discutir quién pagará por el datos a los hábitats y modos de vida causados por el aumento del nivel del mar, la creciente desertización y el clima extremo.
“Nuestra gente está sufriendo de diversas formas como resultado de una crisis en cuya creación no tuvieron apenas parte", dijo Sonam P. Wangdi, de Bután, que presidente el grupo de Países Menos Desarrollados para la cumbre.
Entre los asuntos que quedaron sin resolver en la cumbre de París de 2015 están las normas para el comercio internacional de derechos de emisión de dióxido de carbono, que está considerado un instrumento clave para aprovechar las fuerzas del mercado en la lucha contra el calentamiento global.
Los negociadores no pudieron cerrar tampoco este aspecto del reglamento de París en Madrid hace dos años. Glasgow brindará una nueva oportunidad. De un lado estarán los países que quieren normas más estrictas para evitar que bonos de emisión de carbono inútiles inunden el mercado. Del otro, los países en vías de desarrollo que insisten en que los certificados acumulados en acuerdos previos deben respetarse.
Estas normas son cruciales porque para que muchas naciones y empresas alcancen emisiones “netas cero” a mitad de siglo, la contaminación tendrá que compensarse capturando una cantidad igual de dióxido de carbono en otra parte, como en bosques o por medios tecnológicos.
Establecer un verdadero mercado internacional de estos bonos presenta también una oportunidad para recaudar dinero a través de tasas de transacción, pero queda por resolver quién las gestionará o cómo.
La transparencia es un elemento clave de las conversaciones, porque la naturaleza voluntaria del Acuerdo del Clima de París supone que los países observan de cerca el progreso de los demás antes de elevar sus objetivos.
Otro de los debates gira en torno al marco temporal para reportar nuevos objetivos de reducción de la contaminación. Los acuerdos actuales exigen que los países desarrollados establezcan nuevas metas cada cinco años, pero algunos participantes quieren cambiarlos a compromisos anuales, al menos hasta que el mundo esté en el camino de cumplir con los objetivos de París.
El metano, el principal componente del gas natural y subproducto de algunas actividades agrícolas, ha sido ignorado en negociaciones previas. Como gas de efecto invernadero, es unas 20 veces más potente que el dióxido de carbono, pero permanece en el aire solo una década. Reducir sus emisiones arreglando las filtraciones en gaseoductos y limitando la quema en perforaciones podría suponer una mejora pequeña pero notable.
El mundo no puede solucionar el problema climático sin reducir las emisiones de metano, dijo Kelly Levin, responsable de ciencia, datos y cambio de sistemas en Bezos Earth Fund.
Una propuesta de compromiso para reducir las emisiones en un 45 por ciento para 2030, frente a los niveles de 2010, no es tanto un punto de negociación como un objetivo establecido por la ONU para que la cumbre se considere un éxito. Ahora, las emisiones van al alza, no a la baja.
Reducir las emisiones a la mitad en la próxima década está considerado un paso clave en el camino hacia la neutralidad en 2050, que según los científicos en la única vía para alcanzar el objetivo del acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius para el final del siglo.
dmr