Los líderes mundiales deben garantizar que la Cumbre Climática COP28 —que está por arrancar en los Emiratos Árabes Unidos—, debe recuperar la credibilidad en el multilateralismo, afirmó la organización WWF, al demandar que los acuerdos que se logren, deben estar alineados con el nivel de urgencia de la crisis climática y la magnitud de esfuerzos necesarios para abordarla, y corregir drásticamente el rumbo para encaminarnos a limitar el calentamiento global a 1.5 grados.
“La COP28 debe ser la COP de la credibilidad climática, con todos los planes, compromisos y financiamiento alineados con la velocidad y la escala de acción necesarias para prevenir los peores impactos de la crisis climática. Todavía podemos evitar un futuro de catástrofes climáticas cada vez mayores, pero estamos muy desviados y el tiempo se agota”, dijo Manuel Pulgar-Vidal, líder Mundial de Clima y Energía de WWF y presidente de la COP20.
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“Los países deben acordar una hoja de ruta que restablezca una ambición y una acción climática globales que estén en consonancia con limitar el calentamiento global a 1.5 grados. No podemos permitirnos tener otra COP donde la ambición y la acción no se incrementen. Cuanto antes y más decididamente actuemos, las personas y la naturaleza podrán cosechar más pronto los beneficios de un futuro más limpio, seguro y estable", agregó.
En ese contexto, WWF hace un llamado para cerrar las brechas para el cumplimiento del Acuerdo de París con un Balance Mundial que permita evaluar si los países están avanzando hacia dichos lineamientos, y que allane el camino para una implementación inmediata de las actuales Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDCs por sus siglas en inglés) a través de políticas y medidas sectoriales, especialmente en materia de energía, conservación y restauración de la naturaleza, y sistemas alimentarios.
El Balance Mundial se realiza cada cinco años y el primer plazo concluirá en la COP 28.
Por su parte, Roberto Troya, vicepresidente Senior y Director de América Latina y el Caribe de WWF señaló que “el IPCC en su sexto reporte ha identificado a América Latina y el Caribe como una región vulnerable, con una alta exposición al cambio climático, lo que se agrava por los elevados índices de desigualdad, pobreza y pérdida de biodiversidad.
En esta parte del mundo ya se registran eventos climáticos extremos, por lo que es indispensable que en la COP se cierren las brechas en políticas, marcos normativos, medidas de implementación y financiamiento para la adaptación al cambio climático y se avance hacia una transición y transformación justa que se extienda más allá del sector energético.
“Si bien la contribución de América Latina y el Caribe a las emisiones globales de gases de efecto invernadero es menor a la de otras regiones, esta geografía tiene muy baja capacidad de respuesta para enfrentar sus efectos adversos. Los organismos regionales y globales desempeñan un papel crucial en la prevención de un recrudecimiento de este escenario, por lo que se debe asegurar la distribución equitativa del financiamiento climático, incluyendo el Fondo de Pérdidas y Daños, así como una nueva meta global acompañada de la transformación del sistema financiero internacional”.
Troya enfatizó además que “el Balance Mundial debe reconocer explícitamente la brecha en el financiamiento de la naturaleza, incluido el necesario para apoyar las acciones de conservación y restauración de los bosques, agua dulce, humedales, océanos y otros ecosistemas frágiles”.
Las acciones para conservar y restaurar la naturaleza son esenciales para lograr todos los objetivos del Acuerdo de París, por lo que el Balance Mundial debe incluir a la naturaleza con un elemento clave con una mayor ambición en las NDCs, los Planes Nacionales de Adaptación (NAP, por sus siglas en inglés), y estrategias a largo plazo (LTS, por sus siglas en inglés), y las sinergias entre la aplicación del Acuerdo de París y el Marco Mundial sobre la Diversidad Biológica de Kunming Montreal”.
En América Latina, las decisiones tomadas en esta COP 28 tendrán un impacto crucial en la selva tropical y la cuenca más extensa del mundo, el Amazonas. La región ya experimenta condiciones más secas y cálidas debido al cambio climático, las modificaciones en el uso del suelo y los incendios, lo que la acerca a un punto de inflexión ecológica.
La sequía actual en la amazonia brasileña provocó la muerte de más de 270 delfines de río en octubre de este año, evidenciando los efectos del cambio climático y el fenómeno de El Niño. Además, las comunidades locales e indígenas, dependientes de los niveles de los ríos para su movilidad, se encuentran aisladas. Aunque los impactos son actualmente locales, podrían expandirse regionalmente si la situación persiste.
Según el Panel Científico para la Amazonía (Informe 2021), el bioma podría enfrentar consecuencias irreversibles si la temperatura global aumenta en dos grados. Sin medidas climáticas más ambiciosas, la amazonia podría superar su capacidad de recuperación y convertirse en un ecosistema degradado dentro de las próximas décadas.
La amazonia desempeña un papel crucial como regulador climático, y su destrucción podría tener consecuencias graves en los ciclos agrícolas de toda América Latina y sería devastador para la atmósfera global debido a las 150-200 mil millones de toneladas de carbono que al liberarse comprometerían las metas climáticas. También afectaría los medios de vida de los 47 millones de habitantes de la región y potencialmente a los más de 400 millones de personas en Sudamérica.
La pérdida de hábitats también amenazaría a más del 10 por ciento de las especies de flora y fauna conocidas en el mundo que actualmente residen en la región amazónica.
Por esta razón, WWF insta a los sectores público y privado a tomar acciones concretas para que las comunidades se beneficien de la eliminación total de la deforestación y la minería ilegal. Así mismo, apoya la conservación del 80 por ciento de los ríos, humedales y bosques para 2030.
“Los líderes deben acordar un plan global para eliminar gradualmente todos los combustibles fósiles. Si no se actúa con decisión para poner fin a la era de este tipo de combustibles, se condenará al mundo a perturbaciones climáticas cada vez mayores. Poner fin a la producción y uso de combustibles fósiles y realizar la transición a energías 100 por ciento renovables, son las soluciones que tendrán el mayor impacto en la lucha contra el cambio climático a gran escala”, agregó Fernanda Carvalho, líder de Política Climática y Energética de WWF.
Carvalho indicó que es esencial que los países continúen reconociendo que las crisis climática y la crisis de biodiversidad están inexorablemente vinculadas. "Los sistemas naturales se están llevando más allá de sus límites. La descarbonización y la restauración de la naturaleza deben ocurrir de manera paralela. Por ello, WWF aboga por el establecimiento de un nuevo programa de trabajo sobre clima y naturaleza como parte de las futuras cumbres climáticas de la COP".
IOG