Costa Rica prohibió este miércoles la pesca del tiburón martillo, especie muy demandada para sopa de aleta, por medio de un decreto del presidente Rodrigo Chaves, quien afirmó que la medida es un "ejemplo mundial" en protección de recursos marinos.
"Desde ahora en Costa Rica, se prohíbe la captura, retención a bordo, transbordo, descarga, almacenamiento, y comercialización de productos y subproductos de los tiburones martillos (...), en parte o entero", señala el decreto.
La prohibición llega tres meses después de que en Panamá la cumbre de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) decidiera, con reservas de Japón, regular sobre 54 especies de las familias de tiburones réquiem (Carcharhinidae) y tiburones martillo (Sphynidae), los más traficados como ingrediente de sopa de aleta.
La decisión de la CITES (convención suscrita por 183 países y la Unión Europea) constituyó un duro golpe al lucrativo tráfico de aletas, que proporciona el elemento primordial preparar la famosa sopa de aleta en Asia oriental.
Chaves destacó que el tiburón martillo "tiene un lugar muy especial en nuestro ADN de conservación ambiental".
"Lo encontramos en nuestros billetes, tenemos santuarios para su protección y miles de turistas nos visitan para observar esta especie que está en peligro de extinción", alegó el mandatario.
En el sur de Costa Rica, en la costa del océano Pacífico, existe el santuario Golfo Dulce, con la Isla del Coco como sitio Patrimonio de la Humanidad que goza de las mayores congregaciones de tiburones martillo, destacó la Presidencia.
Los tiburones réquiem y los martillo representan más de la mitad del tráfico mundial de aletas, que tiene su centro en Hong Kong y que mueve unos 500 millones de dólares al año.
Un kilo de aletas puede costar hasta mil dólares en los mercados de Asia oriental.
Según la creencia popular, la sopa de aleta sirve para retardar el envejecimiento, mejorar el apetito, ayudar a la memoria y estimular el deseo sexual.
JLMR