En una de las entradas del puerto de Beirut, una veinteañera corre gritando el nombre de su hermano. Se llama Jad y tiene los ojos verdes, dice, aturdida. Las fuerzas de seguridad le prohíben pasar a la zona donde ocurrieron las explosiones.
A pocos metros de allí, otra mujer desesperada busca a su hermano después de las explosiones en el puerto de la capital libanesa que han causado ya más de 110 muertos y 3 mil 700 heridos, provocando destrozos sin precedentes en la ciudad y traumatizando a los habitantes.
"La situación es apocalíptica, Beirut jamás ha vivido esto en su historia", consideró el gobernador de esa ciudad, Marwan Aboud.
"La explosión parecía un tsunami, o Hiroshima [...] Fue un verdadero infierno, algo me golpeó en la cabeza, y todos los objetos comenzaron a volar a mi alrededor", contó por su parte Elie Zakaria, habitante del barrio de Mar Mikhail, frente al puerto.
Durante más de tres horas el trajín de las ambulancias no cesa, con las sirenas encendidas. Entran en la zona siniestrada y salen cargadas de víctimas.
En el epicentro de la explosión, el panorama es apocalíptico: los contenedores parecen latas de conserva retorcidas, el contenido se ha volcado en el suelo. Las llamas y las nubes de humo negro se elevan al cielo. Los helicópteros del ejército intentan apagarlas con el agua recogida en el mar. En vano.
Tres horas después de la catástrofe, un cuerpo yace en el suelo. A su lado hay una maleta intacta.
El suelo está lleno de maletas, gafas, zapatos, pero también carpetas y papeles de las oficinas cercanas, que salieron volando por la explosión.
A unas decenas de metros se ven hileras de coches importados, todos ellos dañados por la explosión, que los ha descontrolado: los faros parpadean y las alarmas acompañan el ulular de las sirenas.
Pedir limosna
La inflación de los alimentos básicos se disparó un 109 por ciento entre septiembre y mayo, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Gaby solía preparar parrilladas familiares pero ahora no le queda otro remedio que acudir a una ONG para obtener arroz y pasta.
"Tengo la impresión de pedir limosna", cuenta un hombre de unos 50 años que vive en las afueras de Beirut.
Con la hiperinflacion no tiene suficiente para alimentar a su familia.
Su pensión de exfuncionario supone mil 600 dólares oficiales, pero solo 300 en el mercado negro. Y tampoco le basta lo que gana como taxista ni el salario de enfermera de su mujer.
"Nos privamos de muchas cosas", confiesa este padre de cuatro hijos. "Durante la semana siempre teníamos cuatro comidas a base de carne. Ahora no hay nada, ni siquiera pollo".
Cerca de la mitad de los libaneses viven en la pobreza, según estadísticas oficiales.
Las víctimas
Algunos bomberos, perplejos, buscan a colegas que estaban intentando apagar un incendio desatado justo antes de la explosión masiva, según uno de ellos.
Los socorristas, con la ayuda de agentes de seguridad, buscan a supervivientes o muertos atrapados bajo los escombros.
Uno de ellos grita a los periodistas: "¿Qué estás grabando? ¡Hay cuerpos hechos pedazos por todas partes!".
Cerca de allí, unos guardias de seguridad llevan el cadáver de un camarada. Uno de ellos se echa a llorar. Otro saca el teléfono para mostrar la foto del difunto. "Aquí lo tienes, el día de su boda".
Entre los heridos hay miembros sirios y egipcios de la tripulación de barcos que llegaron este martes al puerto, incluido uno de Ucrania que transporta trigo a Siria.
"Hace seis meses que esperamos el momento de nuestro regreso a Siria. Somos 13 jóvenes. Siete de nosotros resultaron heridos", cuenta uno de ellos.
Otro menciona una grieta en el armazón del buque, el "Mero Star". "El barco se está hundiendo, con la explosión ha habido heridos graves a bordo".
En todos los barrios de la capital, incluso en los suburbios, los corresponsales de la AFP han visto destrozos causados por las explosiones que sacudieron la ciudad y desataron el pánico en las terrazas de las cafeterías.
En los edificios, los habitantes inspeccionan los daños. Los vidrios de las ventanas estallaron, las vitrinas de los comercios, también, esparciendo una alfombra de cristales en las aceras. Varios hospitales de la ciudad no dan abasto con los heridos que llegan.
El gobernador de la ciudad, Maruan Abboud, afirmó hoy a los medios locales que aún hay más de 100 desaparecidos y más de 200 mil personas se han quedado sin casa.
jamj