Con un acto de masas, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió el martes a la arena política generando un natural desasosiego y nerviosismo entre todos sus enemigos que la creían sepultada en un mar de causas y procesos judiciales tan dispares como endebles porque van desde “corrupción” hasta “traición a la patria. Aún se ignora si será candidata a senadora en los comicios de medio término a realizarse en octubre, pero su regreso a la primera línea de la política es definitivo.
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Pese a las enormes críticas recibidas, pese a los escándalos, a los procesos por presunta corrupción y a la derrota electoral de 2015 frente a Mauricio Macri, la ex presidenta que gobernó de 2007 a 2015 conserva un gran número de fieles. Y miles de ellos se congregaron en el estadio Julio Grondona, en Sarandí, el corazón del conurbado de Buenos Aires, la zona obrera y pobre del país donde ella tiene un respaldo de hasta 40 por ciento. “Lo importante es canalizar esta fuerza, esta decisión ciudadana de organizar a la sociedad. Por eso convoco y los convoco a la unidad ciudadana, a la unidad de todos los argentinos y argentinas. Porque estoy convencida de que esta etapa histórica de agresión neoliberal a todos los estamentos de la sociedad no es una cuestión de partidos políticos”, dijo Fernández en el arranque de su discurso.
Atenta a la crisis de los sistemas políticos tradicionales, la ex presidenta de 64 años, abogada y también empresaria, ha decidido salir del Partido Justicialista, el peronismo que le sirvió a ella y a su marido, Néstor Kirchner, para alcanzar el poder primero en Santa Cruz (sur) y luego en todo el país.
En la tarima desde la que habló Cristina estaba sola, sin los treinta intendentes ni las figuras políticas de la cultura y el espectáculo que la respaldan. Luego hizo subir a una veintena de personas que presentó con nombre y apellido, y explicó a los cerca de 40 mil asistentes de qué manera eran afectados por las políticas del actual presidente Macri que “le desorganizaron la vida a la gente”.
Uno a uno, presentó a un grupo de hombres y mujeres afectados por la crisis: estudiantes, científicos, maestras, pequeños empresarios, madres de siete hijos, voluntarias de un comedor, jubilados, inmigrantes bolivianos. A todos los presentó con nombre y apellido y una pequeña historia de vida, y una y otra vez repetía que la crisis y el alza de tarifas decretada por el gobierno afecta por igual a kirchneristas y macristas. Y cuando el público empezó a insultar a Macri, ella los frenó: “Nada de insultos, hemos venido a construir una unidad ciudadana”. La campaña de los Kirchner parece haber tomado ideas que le han funcionado al macrismo: solo banderas y el himno argentino como colofón, sin marchas peronistas.
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“Lo que necesitamos es ponerle un límite en las próximas elecciones, ponerle un freno a este gobierno y al ajuste. No le hagamos el juego a los que intentan confundir hablando del pasado. Claro que tenemos pasado, pero con ellos no tenemos futuro, ese es el verdadero problema. Tenemos que poner un freno a tanto disparate. Así no se puede seguir”, dijo la viuda de Kircher que ahora tiene plazo hasta el sábado 24 de este mes para inscribir su candidatura a senadora.
RMR