El planeta Tierra orbita alrededor del Sol y su propio eje, como todos sabemos, pero el tiempo que tarda en hacerlo es el verdadero problema para los astrónomos y de ahí surgió una confusión en con los calendarios en el siglo XVI.
La forma en la que medimos el tiempo (días, meses y años) tiene apenas 441 primaveras de antigüedad, lo cual resulta poco en comparación de los 2024 inviernos que ha visto la humanidad después de Cristo.
Esto porque el calendario gregoriano, nombrado en honor al Papa que lo implementó, data del año 1582 y fue derivado del anterior, impuesto por el emperador Julio César en el siglo 46 a.C. (y conocido como juliano).
El papa Gregorio XIII implementó el anuario que todos conocen en Occidente para corregir un error de cálculo en el calendario anterior que, si bien era mínimo, terminó provocando un desfase de 10 días para la celebración de las Pascuas.
Tomemos en cuenta que el calendario juliano se basó en el creado por los egipcios y era bastante exacto, pero tenía un fallo prácticamente imperceptible: consideraba que el año dura 365 días y 6 horas, cuando esa cifra realmente es 365 días con 5 horas, 11 minutos y 15 segundos.
En términos generales, esa forma de medir el tiempo no presentó problemas hasta el siglo XVI, tras más de mil 600 años de implementación. De hecho, el error fue descubierto en el siglo IV pero se dejó pasar por su aparente irrelevancia.
No fue sino hasta que Gregorio XIII organizó una Comisión del Calendario, de la mano de los estudiosos Christophorus Clavius (colega de Galileo Galilei) y Luigi Lilio, el principal autor del nuevo anuario.
Su objetivo principal fue hacer coincidir las fiestas de Pascua (Semana Santa) con el primer domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena del equinoccio de marzo, cosa que ya no ocurría por el desfase de 1 día cada 130 años.
La tarea fue titánica y requirió años de trabajo para cumplirse, incluso Luigi Lilio murió antes de ver su obra terminada, hasta que en 1580 estuvo listo pero su implementación se atrasó.
Finalmente, Gregorio XIII promulgó una bula papal el 24 de febrero que ordenaba el remplazo del calendario juliano por el suyo. Entonces Italia, España y Portugal, principales potencias en ese momento y muy unidas a la iglesia católica, lo implementaron antes que todos.
La novedad del anuario fue modificar las reglas de años bisiestos: se mantuvieron cada 4 primaveras, pero sólo en caso de que el año fuera divisible entre 400 (1600, 2000 o 2400, por ejemplo) y no fuera múltiplo de 100.
Con esto el desfase de casa año se redujo a tan solo medio minuto por año, un día cada 3 mil 300 años, así que se ganó la aceptación en cada vez más países. Aún así, los inconvenientes de cambiar de tajo la medición del tiempo salieron a reducir casi de inmediato.
Lo más notorio fue que en octubre de 1582 'desaparecieron' 10 días. Es decir que se pasó del 4 al 15 de dicho mes, con las confusiones que eso trajo principalmente para la burocracia.
Cabe mencionar que Inglaterra y sus colonias adoptaron el calendario gregoriano hasta 1752, Suecia en 1753, Japón en 1873, China en 1912, Grecia en 1923 y Rusia en 1918 (poco después de la Revolución de Lenin).
Por último, hoy en día no todos los países del mundo lo utilizan y el año nuevo llega en diferentes fechas según la latitud de la que se hable.
Con información de BBC y National Geographic.
SNGZ