El presidente cubano Miguel Díaz-Canel cerrará 2022 con más promesas que resultados en su gestión al frente de la isla, aunque aun así podría buscar en marzo próximo un segundo y definitivo mandato, en un escenario en el que el disenso con el gobierno encuentra espacio incluso entre seguidores del extinto líder Fidel Castro
“Siento una enorme insatisfacción por no haber sido capaz de lograr desde la conducción del país, los resultados que necesita el pueblo cubano para alcanzar la anhelada y esperada prosperidad”, dijo el gobernante al rendir cuenta de su gestión ante el parlamento este mes y acto seguido auguró que “el 2023 debe ser mejor”.
Sin embargo, el desabastecimiento sostenido de alimentos y medicinas, los apagones de hasta 10 horas diarias durante seis meses, que comenzaron a desaparecer en estos días, y una inflación sin control que llegó a 40 por ciento en octubre pasado en relación con el mismo mes del año anterior, hacen que el escepticismo flote por la isla
“Yo pienso que el año que viene puede ser mejor, si esta gente (el gobierno) acaba de entender que el estado no puede controlarlo todo, que hay que dejar que la gente desarrolle su iniciativa. Mire, sin algún mérito tiene este país, es el altísimo nivel de preparación de su gente”, dijo a MILENIO Manuel Sandoval, ex capitán de la ya desaparecida flota pesquera de Cuba.
Sandoval ahora es dueño de una pequeña empresa y a los 75 años de edad recuerda que él fue uno de los que apoyó a Fidel Castro cuando en 1968 anunció el fin del sector privado en el país, en el supuesto de que el empresariado estatal garantizaría una mejor distribución de la riqueza.
“¿Y qué pasó en todos estos años?, pues que entendimos que eso fue un error y ahora se vuelve al sector privado, pero se hace cuando los yanquis nos aprietan el cuello más que nunca y con un temor del carajo, por eso se da un paso pa' lante y dos pa' tras”, estimó.
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La popularidad de Díaz-Canel
En el año a punto de concluir, Díaz-Canel multiplicó sus reuniones con sectores juveniles, impulsó “el rescate de barrios desfavorecidos”, como se denomina oficialmente la reconstrucción en marcha de muchísimas barriadas marginales, e incrementó sus contactos directos con la gente de a pie.
No hubo este año manifestaciones de protestas como las del verano de 2021 con el saldo de un muerto y cerca de mil detenidos. No se reeditó aquella sentada inédita de decenas de jóvenes ante la sede del ministerio de Cultura con reclamos de más libertad de creación, el 27 de noviembre de 2020 (27N).
Sin embargo, el reconocido sociólogo Rafael Hernández ha resumido el panorama actual en los siguientes términos: “el 27N no fue un relámpago en un cielo despejado ni un parteaguas, sino apenas una punta saliente del iceberg (…) Desde fines de la década de 1980 e inicios de la de 1990, expresiones de disenso identificadas entonces como ‘contra la revolución’ se han hecho parte de la conversación diaria (en la isla), incluida la de militantes del Partido Comunista”.
En un país donde no se realizan encuestas sobre la popularidad de los presidentes, es imposible saber el respaldo real con que cuenta Díaz-Canel. De ahí que analistas y diplomáticos acudan a los resultados de las últimas elecciones municipales, en el entendido de que participar o no en esos comicios, o votar a favor o en contra, indicarían el grado de apoyo popular.
En las últimas municipales participó 68.56 por ciento del padrón electoral. 2.5 millones de cubanos no fueron a votar, 229 mil depositaron sus boletas en blanco y 324 mil fueron anuladas por haberse escrito en ellas consignas contra el gobierno o por tachaduras en toda la célula.
Hace 30 años, la participación en comicios similares sobrepasaba el 90 por ciento de los convocados.
aag