La televisión estatal de Cuba llevó hoy a debate público, sin solución, uno de los problemas que más afecta a los ciudadanos en medio de las reformas económicas que tienen lugar en el país: la pésima calidad del pan, el primer alimento de consumo cada día en cualquier parte del planeta.
“Hace 50 años que están resolviendo este problema”, se escuchó decir con rabia contenida a Raúl Agustín Hernández, uno de los muchos entrevistados insatisfechos con la calidad de ese alimento, cuya producción mayoritaria corre a cargo de mil 660 panaderías estatales.
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Teniendo como contrapartidas a Diorgys Hernández, directivo del ministerio de la Industria Alimentaria (Minal), y a Juan Manuel García, jefe de inspección, el conductor del programa El Tema, de la Revista Buenos Días, preguntó en dos ocasiones si la solución de este problema de larga data no estaría en convertir en cooperativas a las panaderías estatales.
Con esa interrogante, al parecer sugerida por los consumidores, fue puesta sobre la mesa “una de las contradicciones de las reformas emprendidas desde enero”, en el decir de expertos, en momentos en que el gobierno admite la urgencia de potenciar a los sectores privado y cooperativo, casi borrados del mapa nacional desde 1968 hasta que, a finales del Siglo XX, se pusieron en marcha las primeras reformas.
“El camino a seguir es el control” estatal, consideró sin embargo el directivo del Minal, en línea con una tendencia que se mantiene pese a los cambios. En tanto García admitió que “no es posible” disponer de un inspector en cada panadería y el conductor cerró el programa responsabilizando con la solución a los gobiernos municipales.
No esta claro aun hasta dónde el gobierno permitirá la expansión de las cooperativas. En 2018, Cuba contaba con 17 mil formaciones de ese tipo que facturaron seis mil millones de pesos y llegaron a nueve mil millones dos años después, según informes no oficiales.
Corrupción generalizada en la isla
Desde enero, Cuba experimenta la mayor reforma económica de los últimos 60 años con unificación monetaria, aumentos de salarios y precios, así como la eliminación de subsidios, entre otras medidas. El costo del pan que el estado vende a los cubanos por la canasta básica pasó de cinco centavos a un peso la unidad.
“Es que todo el mundo sabe cuál es el trasfondo del problema, a los panaderos del estado les da más resultados vender en el mercado negro el aceite, la harina etc., y por eso llevamos tantos años con el mismo problema de la calidad en ese y otros sectores”, dijo a MILENIO Roberto Fernández, de 50 años, quien fuera dueño de una cafetería privada.
El hábito de robar recursos al estado para compensar los bajos salarios y el mal trato a los consumidores mantenidos durante décadas “ya forman parte del ADN nacional”, consideró Fernández, quien para calzar su hipótesis rememoró una visita a Miami, en Estados Unidos, y su encuentro con una compatriota tendera “acabadita de llegar, según me dijo, quien me trató igualito que te maltratan aquí, hasta que llamé al supervisor y la retiraron al instante del mostrador, y ahí esta otra diferencia, porque aquí los administradores, por lo general, no están ajenos al robo”.
“Ahora subieron los salarios, pero el hábito de robar está ahí y tienen más resultados, porque los panaderos cobran un poquito mejor y siguen vendiendo por la izquierda”.
¿Qué dicen otros expertos?
Para intelectuales como Ernesto Daranas, director entre otras de Conducta (2014), una de las películas “más trascendentes de la cinematografía nacional en la última década”, en opinión de la crítica, los desafíos más complejos del socialismo cubano hoy son “el dogmatismo, la corrupción y la pobreza. Los dos primeros frenan la renovación necesaria y el tercero es, en no poca medida, una consecuencia de ellos”.
En tanto, para Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, los efectos de la reforma monetaria emprendida en Cuba en enero “serán positivos a largo plazo, aunque de inmediato “tendrán efectos negativos como la inflación y la pérdida de subsidios en los grupos más vulnerables de la población”.
OMZI